Que el mundo está en constante cambio no es nada nuevo. Sin embargo, la evolución es algo difícil de apreciar en el día a día y no es hasta pasado un tiempo cuando uno es consciente de ello. Ahora el coronavirus podría cambiar esta percepción y dibujar un nuevo escenario global en un lapso mínimo de tiempo.
El fundador de Microsoft, Bill Gates, ya predijo la llegada de una nueva crisis internacional. A diferencia del pasado donde las guerras eran los puntos de inflexión para establecer las nuevas normas globales, Gates aseguró que el futuro escenario mundial estaría definido por un virus.
La llegada del coronavirus es el detonante de este cambio de paradigma que va a marcar el futuro de todas las personas. Ahora las preguntas que se hacen los expertos es qué sucederá tras el fin de la pandemia y cómo será el mundo próximamente.
1. ADIÓS A LA GLOBALIZACIÓN
El origen del coronavirus en China, fábrica de la inmensa mayoría de productos que manejamos, ha roto los esquemas productivos. Que de un país dependa la distribución de piezas clave para el funcionamientos de millones de empresas podría cambiar. La relocalización de las industrias es una de las primeras cosas que veríamos para evitar futuros colapsos económicos.
2. REVOLUCIÓN DEL CAPITALISMO
A la «desglobalización» se suma el fin del libre mercado y un cambio en el sistema económico. Los expertos ya hablan de una modificación de las reglas del juego en el modelo capitalista. Aseguran que el nuevo sistema deberá preocuparse más por tres factores: la salud, el bienestar y la relación con el planeta. Además, muchos países han visto que sus empresas no pueden responder a este tipo de pandemias y requieren de ayudas públicas. Por ello, es posible que algunos estados opten a largo plazo por aplicar una economía más controlada y autoritaria.
3. UNA CLASE SOCIAL IGUALITARIA
Tras el coronavirus se espera un primer momento de crisis para las clases sociales más bajas. El cierre de bares o comercios y la interrupción del turismo golpeará duramente a la sociedad. Sin embargo, a largo plazo se formará una clase media más amplia y habrá una renta básica universal en muchos países. Esto es el cobro de un salario igualitario con el fin de paliar la desigualdad económica de la población.
4. FIN DE LA ESPECULACIÓN INMOBILIARIA
A hilo del número tres con la llegada de una sociedad más igualitaria y una clase media globalizada, el nuevo paradigma social influirá en la vivienda. Especular con el ladrillo será más difícil ya que se espera una bajada de precios tanto para comprar como para alquilar. Invertir en pisos ya no será sinónimo de grandes ganancias y es que a largo plazo solo habrá una pequeña clase alta.
5. EL DINERO EFECTIVO, UNA RELIQUIA DEL FUTURO
Si ya eran muchas las corrientes que defendían la eliminación del dinero en efectivo y el impulso de las tarjetas, este debate ahora irá a más. Con la pandemia del coronavirus se ha demostrado que es más higiénico el uso de tarjetas. Al pagar, el único en tocarla es el propio comprador y se evita un contacto global que puede ir cargado de virus. Además, los pagos electrónicos están más controlados. Su uso deja un menor margen a cometer fraudes fiscales por el registro de todos los movimientos.
6. IMPLANTACIÓN DEL TELETRABAJO
La gran mayoría de empresas se han visto obligadas a optar por esta forma de trabajo para frenar la pandemia. Aunque en el norte de Europa y en Estados Unidos ya se optaba por este formato, en países como España era todavía un modelo lejano. Ahora en cambio parece que llega para quedarse y es esta forma de empleo beneficia tanto a empresarios como a empleados.
Los primeros pueden apostar por el alquiler de espacios más pequeños al contar con plantillas físicas más reducidas y ahorrar en gastos de luz e Internet. Los empleados por su parte se benefician en horarios más flexibles, compaginar vida laboral y familiar y ahorrar en transporte. Además, hay un tercer beneficiario: el medio ambiente. El teletrabajo ha frenado los desplazamientos en horas punta reduciendo drásticamente la contaminación.
7. CHINA, NUEVO REY DEL MUNDO
A pesar de que China ha sido el país origen del coronavirus, ahora trata de lavar su imagen con una operación de ayuda a los países más afectados. El país asiático ha sido pionero en el COVID-19. Esto le da una importante ventaja para tratar el problema y colaborar internacionalmente. Por el contrario, en Estados Unidos el virus está golpeando duramente a la sociedad y economía. A las pérdidas millonarias se le suman cifras de contagio muy elevadas. Además, el coronavirus está afectando más a grandes metrópolis como Nueva York. Los expertos consideran que todo esto podría posicionar a Pekín como el nuevo Washington.