La hostelería de toda la Comunitat Valenciana se prepara para bajar las persianas por segunda vez en un año. El Consell decretaba ayer su cierre durante al menos dos semanas, concretamente hasta el 31 de enero.

Sin embargo, la fecha se podría alargar tal y como sucedió el pasado mes de marzo cuando se anunció una cuarentena de 14 días que se prolongó más de dos meses; o en octubre, cuando se puso un toque de queda con caducidad en diciembre y que continúa a día de hoy más endurecido.

Desde los locales valencianos la decepción ha sido unánime. «Es un desastre pero lo estábamos esperando», explica Paco Guillén, responsable del bar El Torero de Valencia. «Es una medida demasiado drástica porque las ayudas son cero y ahora hay que seguir pagando empleados, seguridad social, impuestos… es imposible, es imposible hacerse cargo de todo».

El hostelero habló anoche en los platós de 7 Televalencia para mostrar la impotencia del sector. «Después de tantos años trabajando, ahora es muy difícil aguantar», señaló. «Estamos desamparados. Ellos lo único que quieren es que nosotros sigamos pagando todo. Nos han dado la cuerda para que nos ahorquemos y si nos ahorcamos nosotros ellos no nos han cerrado, lo hemos hecho nosotros», lamenta.

LA HOSTELERÍA FIJA LA MIRADA EN EL TRANSPORTE Y LAS TIENDAS

Respecto a todos los alimentos comprados cara un puente de tres días en la capital del Turia, Guillén confiesa que ya estaban preparados para un cierre inmediato. «Dentro de lo malo, los hosteleros ya somos listos. Lo que hacemos es comprar menos, vamos recortando. Esperábamos esto de un día para otro«.

El hostelero también ha querido recalcar que en los locales se han estado cumpliendo todas las medidas sanitarias marcadas. Sin embargo, ha criticado el incumplimiento que hay de éstas en el transporte público y en las colas de las tiendas. «En la cola de un Primark la gente no mide la distancia y fuma, ¿ahí qué hacemos? ¿Es culpa nuestra también?».