El reciente aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la próxima reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales han generado un intenso debate en el sector comercial valenciano. Mientras que la primera medida se ha recibido de buen grado, la reducción laboral preocupa y es que los pequeños comercios podrían reajustar sus horarios comerciales limitando los tiempos de apertura.
Así lo ha explicado el presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de Valencia, Borja Ávila, durante su participación en el programa ‘Valencia en Abierto’. «Una reducción de la jornada laboral no viene a ser otra cosa que una subida del sueldo encubierta», denuncia.
Según ha comentado, para los pequeños negocios valencianos, que dependen del punto físico y de horarios amplios para maximizar las ventas, esta reducción se traducirá en un aumento de costos salariales.
«Irremediablemente cuantas más horas estás abierto, más posibilidades de venta tienes», señala. Por ello, Ávila sostiene que los comercios con pocos empleados verán dificultades para mantener sus horarios actuales. En lugar de contratar más personal, es probable que ajusten su jornada laboral cerrando al mediodía o abriendo más tarde, lo que puede afectar tanto a consumidores como a trabajadores y empresarios.
Por otra parte, desde 2020, el salario mínimo ha experimentado un incremento del 50%, una medida que, según Ávila, aportará mayor poder adquisitivo a los consumidores y podría incentivar el consumo. Sin embargo, advierte que el problema radica en la falta de diálogo social con las organizaciones empresariales, lo que genera incertidumbre en la planificación financiera de los negocios.
IMPACTO EN EL EMPLEO Y LA CONTRATACIÓN
Tal y como ha recordado el presidente de la asociación, el comercio representa aproximadamente el 30% del PIB y está compuesto en su mayoría por microempresas y autónomos. Aunque Ávila no prevé despidos en el sector, sí anticipa una reducción en la contratación de nuevos empleados.
«Aquí perdemos todos. Pierde el empresario, pierde el trabajador y también pierde el consumidor final», critica. Además, los márgenes comerciales ya se están viendo afectados por el incremento de costos energéticos y de materias primas, lo que podría generar un efecto inflacionario y subida de precios.
Ávila considera que la reestructuración de horarios y la posible reducción de la oferta comercial presencial podría impulsar a los consumidores a optar por el comercio online. También apunta a que las grandes empresas podrían adaptarse con mayor facilidad, mientras que los pequeños comercios, con plantillas de tres a cinco empleados, enfrentarán mayores dificultades para mantener su competitividad.
EL COMERCIO VALENCIANO LLAMA AL DIÁLOGO Y CONSENSO
Desde el sector comercial valenciano se hace un llamado al Gobierno para que, durante la tramitación parlamentaria de estas medidas, se contemple un diálogo con todas las partes afectadas. Se espera que se implementen mecanismos de apoyo a la contratación y reducciones en los costos empresariales para mitigar los efectos negativos.
«Todo consenso es bueno», concluye Ávila, enfatizando la necesidad de un equilibrio entre la protección laboral y la viabilidad económica de los pequeños negocios.
El incremento del salario mínimo y la reducción de la jornada laboral son medidas que buscan mejorar la calidad de vida de los trabajadores, pero que presentan desafíos significativos para el comercio valenciano. La falta de consenso con el sector empresarial podría traducirse en ajustes operativos que afecten tanto a trabajadores como a consumidores. La clave ahora estará en la negociación parlamentaria y en la capacidad del sector para adaptarse a estos cambios.