Se cumplen dos semanas de la inauguración de la primera supermanzana de Valencia, ubicada en el barrio de La Petxina. Se trata de un espacio novedoso en la capital cuya existencia está más extendida en otras ciudades como Barcelona.
Con una inversión de 670.000 euros, el área ha recuperado 13.000 metros cuadrados para uso peatonal y ha sido dotado de espacios como bancos y mesas de juego, además de jardineras.
La actuación ha afectado a las calles de Literato Gabriel Miró, Erudito Orellana, Gran Vía de Fernando el Católico, Juan Llorens y Padre Rico, convirtiéndose todas ellas en unas vías libres de coches excepto para vecinos y emergencias.
Vecinos y viandantes se han mostrado parcialmente satisfechos con el resultado aunque para los conductores la situación es peor: no se puede circular y se han reducido las plazas de aparcamiento.
«No quedan claros los espacios»
Algo en lo que muchos han coincidido es la acotación de espacios peatonales y de tránsito rodado. «Es un peligro para los niños. No hay delimitación entre parque y zona de los coches«, alerta una vecina. Otro usuario de la supermanzana señala que «es buena idea pero falta diferenciar las zonas infantiles de la carretera. El límite no queda claro y han habido coches que lo han rebasado», lamenta.
A nivel práctico, la mayoría aprecia que «se puede caminar libremente» y «es estupendo por la tranquilidad que hay desde que se sacó el tráfico», algo que según otro residente «debería haberse hecho hace tiempo».
Más peatones, menos coches
La inauguración de la supermanzana no ha estado exenta de controversia. La eliminación del tráfico y la reducción drástica de plazas de aparcamiento ha cosechado críticas.
Uno de los residentes indica que, al tratarse de una zona con muchos colegios, el consistorio debería dar solución a los padres que llevan a sus hijos a clase en coche. «Deberían haber dado opciones para los padres, tendrían que haber puesto aparcamientos para ellos», señala.
Otra usuaria, resalta la incomodidad que genera: «como conductora me parece fatal no poder acceder, me hacen dar más vueltas y encima nos ponen aún más difícil si cabe encontrar sitio para aparcar». Aunque hay quien ve la parte positiva: «deberían haber aún menos coches por la contaminación. Esto es el futuro, la movilidad sostenible», sostienen otros usuarios.
Tras las dos primeras semanas de la supermanzana lo que está claro es que el barrio se encuentra dividido. Sin embargo, ya no hay marcha atrás y los vecinos de La Petxina tendrán que aprender a convivir con ello.