La reina Isabel II de Inglaterra ha fallecido a los 96 años, pasando a la historia con un reinado de 70 años. El pasado martes, una mancha en la mano de la reina daba pie a preocupación y especulaciones. Fue su última aparición pública en la recepción de la nueva primera ministra, Liz Truss.

La monarca sorprendía por su delgadez, estaba encorvada y las manos tenían un color azul amoratado. Además, la monarca había estado sufriendo problemas de movilidad desde el otoño pasado.

La doctora Deb Cohen-Jones señalaba este jueves que existía «evidencia de enfermedad vascular periférica. Un trastorno de la circulación sanguínea que hace que los vasos sanguíneos fuera del corazón y el cerebro se estrechen, bloqueen o tengan espasmos». Por lo general, esta afección termina provocando una insuficiencia cardíaca. «Si la circulación periférica es tan mala, los órganos no están recibiendo un buen suministro de sangre. Puede ser un signo de fallo multiorgánica», apunta en Daily Mail. 

Desde la familia real británica no han confirmado la causa exacta de la muerte. La reina Isabel II ha muerto como la segunda monarca más longeva de la historia. Sólo por detrás del rey Luis XIV de Francia que ostentó el cargo durante 72 años y 110 días.