El 2020 llega hoy a su fin, un año que quedará en la memoria de todos aquellos que lo han vivido. El nuevo curso arrancó en Valencia con absoluta normalidad y es que el coronavirus todavía se veía lejano y «sonaba a chino».

No obstante, las novedades arrancaron rápido. El 12 de enero se constituyó el segundo Gobierno de Pedro Sánchez, una jornada que pronto quedó desactualizada. La llegada de la borrasca Gloria fue la noticia del momento. Una Malvarrosa comida por el mar; un paseo de Jávea desaparecido; y un largo etcétera de municipios inundados por el agua que tuvieron que trabajar día y noche por recuperar la normalidad.

Sin embargo, la normalidad estaba lejos de llegar este 2020. El 22 de enero fue la primera vez que todos los españoles vieron a Fernando Simón en las pantallas. Su mensaje de entonces fue tranquilizador: «Fuera de ahí (en referencia a Wuhan) no hay riesgo». «No es necesario que la población utilice mascarillas. Su uso sí que puede ser interesante en los pacientes con sintomatología», explicó meses antes de convertir este elemento sanitario en un must de todos los ciudadanos.

Ante este discurso esperanzador, Valencia continúo su curso habitual. La llegada de las Fallas se hizo cumpliendo con la tradicional Crida, el disparo de las mascletaes y las primeras piezas de los monumentos salieron de la calle para comenzar a tomar forma. Una forma que jamás llegaría a su fin. La pandemia estaba en España y Valencia era uno de los principales focos del mapa.

ADIÓS FALLAS, HOLA CONFINAMIENTO

Los acontecimientos se sucedieron con velocidad. El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia del coronavirus a nivel mundial; el 12 de marzo cerraron todos los colegios y universidades; y 24 horas después, Pedro Sánchez declaraba un estado de alarma que quedaría activo durante dos teóricas semanas.

El 15 de marzo no hubo plantà. Las Fallas habían quedado suspendidas y los valencianos, al igual que todos los españoles, iniciaban un estricto confinamiento domiciliario. Día a día, los datos de contagiados y fallecidos iban en ascenso. Al mismo tiempo, las colas en los supermercados se convirtieron en noticia. Centenares de personas agolpadas en las puertas trataban de llenar todas sus despensas y conseguir el bien más codiciado de 2020: el papel higiénico.

Superar la curva de contagios fue difícil pero a finales de abril comenzó a verse luz a final del túnel. Llegó el momento de la desescalada, un plan diseñado en cuatro fases cuyo anuncio generaba tanto o más interés que las expulsiones de Gran Hermano.

En el caso de Valencia, la Fase 1 tardó en llegar. La evolución era positiva pero faltaban test y el confinamiento se amplió una semana más. El 18 de mayo fue la fecha clave: reencuentros con familias, cervezas con amigos, posibilidad de andar a más de un kilómetro de casa… La nueva normalidad fue cogiendo forma para dar paso a un verano atípico y de turismo nacional.

SEGUNDA OLA Y TOQUE DE QUEDA

El otoño llegó con el coronavirus pisando con fuerza. La segunda ola estaba aquí y la Comunitat Valenciana pasó de ser una de las mejores autonomías en incidencia acumulada a convertirse en un preocupante foco de la pandemia.

Si se pensaba que con el confinamiento domiciliario de primavera se había visto todo, estábamos equivocados. El toque de queda se convirtió en la nueva restricción clave: prohibida la movilidad de 24:00 a 06:00 horas.

UNA «DOSIS» DE ESPERANZA CIERRA 2020

A pesar de los datos de noviembre y el anuncio de una Navidad restrictiva y anómala, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció la llegada de la vacuna. El 27 de diciembre arrancó el suministro de las primeras dosis de la vacuna antiCOVID. Unas dosis que muchos ya han denominado como «las dosis de la esperanza» y es que con ellas se espera poner fin a una pandemia que ha convertido 2020 en un año imposible de olvidar.