En Beneixama, Alicante, el incendio forestal que se ha declarado hoy, según han informado desde el Puesto de Mando Avanzado (PMA), ha obligado a desalojar al menos 30 personas de siete casas, por el momento, de manera preventiva. El incendio se ha originado en una zona de difícil acceso conocida como ‘La Solana’, en el barranco de Beneixama.

Además del desalojo, se ha cortado la carretera CV-657 en el kilómetro 12 del término municipal de Beneixama por el fuego, según han dicho fuentes de la Guardia Civil.

En la zona del incendio se registran viento de noroeste y temperaturas que superan los 35 grados centígrados, con humedad relativa inferior al 30 %. Las previsiones apuntan a que a partir de las 19 horas el viento de noroeste cambie de dirección a brisa del sur.

Las unidades que intervienen en la extinción de este incendio son: trece medios aéreos del Gobierno valenciano y del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, además, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias ha procedido a tramitar la activación de la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Según ha informado al UME a través de su cuenta oficial de Twitter, ya han salido poco antes de las 18.00 horas de la base de Bétera (Valencia) efectivos de primera y segunda intervención para sumarse a las tareas de extinción.

Según fuentes de Emergencias de la Generalitat, a este dispositivo se suman también diez dotaciones de bomberos de la Diputación de Alicante, 27 unidades de bomberos forestales de la Generalitat y de Alicante, cuatro brigadas forestales de la Diputación de Valencia, cinco agentes medioambientales y un coordinador.

Igualmente se ha solicitado la movilización de Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con base en Cuenca, de la Brigada de Refuerzo de incendios forestales de Zaragoza y del Kamov de Guadalajara.

El Centro de Coordinación de Emergencias ha establecido la situación 2 del Plan Especial frente al riesgo de Incendios Forestales (PEIF). Este nivel se decreta cuando un incendio, en su evolución previsible, puede afectar gravemente a la población y bienes de naturaleza no forestal.