En el casco antiguo de Valencia se alza un impetuoso palacio del siglo XIX. De casa particular a edificio institucional, el Palacio Vallier ha pasado por distintas manos. Ahora, la cadena valenciana MyR Hotels lo ha convertido en un hotel de lujo. Con la colaboración de la firma Lladró, el palacio es casi un museo que alberga artísticas obras de porcelana.
Visitar el hotel, alojarse en la suite Lladró o disfrutar de la gastronomía en sus restaurantes son algunas de las experiencias que logran trasladar a cualquiera a los años 30 en un ambiente inspirador y exclusivo.
El Palacio Vallier es una de las joyas arquitectónicas de la ciudad del Turia heredadas del modernismo. Por su monumentalidad e historia, el palacete es Bien de Interés Cultural del Palau de la Generalitat.
Francisco Royo y Salvador encargó al arquitecto Salvador Monmeneu un domicilio particular. El palacio burgués se emplazó en la Plaza de Manises, en la Ciutat Vella, en el antiguo solar propiedad del responsable de la administración de las finanzas de la casa real. Allí se construyó este palacio decimonónico con más de 130 años de historia.
En la Guerra Civil española el edificio quedó incautado. Tras la guerra, los propietarios solo pudieron recuperar parte del inmueble. Fue entonces cuando se convirtió en un emblemático edificio institucional con distintas facetas a lo largo de los años: desde sede del Tribunal Supremo, Casa Americana o espacio de la Diputación de Valencia, entre otros usos. Ya fue en la década de los 2000 cuando MyR Hotels adquirió el palacio para convertirlo en el hotel de lujo que es actualmente.
El legado de Lladró
Su cuidadosa remodelación mantiene elementos originales del palacio: techos de estilo barroco y decoración con materiales nobles como lámparas y esculturas contemporáneas de la firma Lladró, la factoría española de porcelana artística reconocida a nivel internacional.
También conserva las bañeras de mármol de finales del XIX que ya estaban en el palacete. Además, fusiona la decoración barroca con art decó. También destaca el predominio de los colores cálidos y naturales lo que convierten el espacio en un entorno relajante y acogedor.
La presencia de Lladró en cada rincón del Palacio Vallier lo convierten en un auténtico museo de figuras de porcelana. Un imponente chandelier de 18 metros de longitud recibe a los invitados. A esto se suma que las figuras de la firma acompañan a los huéspedes en su recorrido por las escaleras.
Lladró también da nombre a una suite y al lounge bar por la cantidad de esculturas vanguardistas de la compañía que acogen. En el Lladró Lounge Bar, los decorados y la luz cálida y tenue recuerdan a los bares de los años 30. En él se puede disfrutar de una amplia carta de cócteles diseñada por Esther Medina Cuesta, responsable de coctelería del grupo hotelero.
Respecto a la Suite Lladró, es una singular habitación de 50 metros cuadrados de superficie ubicada en la 2ª planta. Cuenta con una sala de relax, cama King Size, balcones propios y otras comodidades. En la Suite Lladró se respira historia, reflejada en su decoración barroca y sus techos de estilo modernista. Además, una preciosa chimenea aporta una grata calidez a la estancia.