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Ha llegado a nuestros cines, de forma muy limitada en cuanto a pantallas, una de las mejores películas del año, eso sí, no apta para todos los consumidores por varias razones que enumero.

En realidad, nunca estuviste aquí‘, se ha tildado de un nuevo ‘Taxi Driver’, aquella película mítica de los 70 del afamado Martin Scorsese que, si bien tiene varios puntos en común, deriva mas a thriller que a cine social como lo hacía aquella.

La película, en cuestión, trata la historia de un perdedor, de un alma humana en pena, destrozada por un pasado turbio, de malos tratos físicos y psíquicos, un hombre el cual se expresa parco en palabras y violento en hechos.

Nos cuenta la historia de Joe (Joaquin Phoenix), ex marine y antiguo veterano de guerra,  un tipo solitario, al borde del suicidio, que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. No se permite ni amigos ni amantes y se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada de un político porque su hija ha sido secuestrada. Este vive con una madre en precario estado de salud, y en medio de turbulentos hechos conseguirá lo que se propone.

Comentar que las imágenes que nos enseña la directora escocesa Lynne Ramsay, a modo de pantallazos rápidos, que el espectador ve a la vez que los observa el protagonista, son realmente apabullantes, en muchas ocasiones de una desgarrada violencia física, que se transmite con claridad y sin esconder ni un ápice de realismo. El submundo de trapicheos, de gente malsana y la  miseria de las clases dirigentes son temas que abundan por el largometraje.

Hay escenas antológicas como la entrada en el prostíbulo en el que se va deshaciendo de todo bicho viviente, nuestro protagonista, con un martillo comprado en un supermercado por 17 euros. La espiral de mafia nocturna, tráfico de menores narrado mediante un estilo visual muy sutil, y de un montaje impecable, emergen como una de las mayores virtudes del largometraje.

Todas las clases sociales están deshumanizadas según la óptica de Ramsay y sólo el sentido común a través de la fuerza aplacará a la bestia.

La complejidad lineal de la historia no es fácil, y el espectador deberá recomponer mediante esas imágenes en ocasiones desagradables, la lógica de lo que se nos esta contando. Con una banda sonora efectiva y una fotografía que combina la oscuridad con la potencia visual, a veces surrealista, estamos ante un trabajo verdaderamente lúcido, ágil y tremendamente aplastante para el espectador.

Destaca nuestro protagonista Joaquin Phoenix, ganador del premio al mejor actor en el pasado Festival de Cannes, con esa desgarradora, bestial y grandiosa versión de un justiciero de la noche, personaje que no te imaginas a ningún otro actor interpretándolo. Bien secundado por Alessandro Nivola, John Doorman y Alex Manette. De la directora Lynne Ramsay ya conocíamos algunos trabajos en los que ya polarizaba su atención sobre personajes al borde del abismo mental como ‘Tenemos que hablar de Kevin’ y ‘Swimmer’.

En definitiva, un peliculón para los amantes de emociones fuertes, buen cine y sobre todo para estómagos fuertes y resistentes.