La instalación anticipada de las carpas falleras en Valencia ha desatado un nuevo debate sobre su impacto en la movilidad y cuando deberían montarse. Esta situación, que se repite año tras año, ha puesto en jaque la convivencia entre la fiesta y la vida cotidiana de los valencianos.
Como indicaba el Bando Fallero emitido por Junta Central y el Ayuntamiento de Valencia, este año las carpas falleras se han ido instalando desde el día 6 de marzo, aunque con excepciones. Si la carpa estaba situada en solares, zonas ajardinadas y peatonales pudieron desplegarse ya el 4 de marzo.
Con más de 400 calles cortadas durante casi dos semanas, muchos residentes han denunciado problemas para acceder a sus viviendas y aparcamientos, así como una congestión en el tráfico que afecta a toda la ciudad.
Por otro lado, uno de los aspectos que más preocupa es la dificultad que estas estructuras generan para los servicios de emergencia. En ediciones anteriores de las Fallas, ambulancias, camiones de bomberos y patrullas de policía han encontrado serios problemas para acceder a determinadas zonas debido a las barreras creadas por las carpas y los cortes de tráfico.
El ruido que se genera con las verbenas en el interior de las carpas y toda la gente que arrastra este tipo de festejos, es otro de los puntos que causa controversia entre los valencianos falleros y no falleros.
Un calendario fallero largo, con muchos días entre Crida y Cremà
El Ayuntamiento de Valencia ha justificado la autorización del montaje anticipado alegando que el calendario fallero de 2025 ha obligado a adelantar algunos plazos. Con la festividad de San José cayendo en miércoles, se ha buscado dar más margen a las comisiones para organizar sus eventos.
Sin embargo, este adelanto ha generado malestar entre los ciudadanos, que consideran que se ha priorizado la comodidad de los festejos sobre la accesibilidad de la ciudad que se han convertido en laberintos de calles bloqueadas.
Desde el mundo fallero se recuerda que las Fallas son solo unos días, se celebra desde hace años y los valencianos siempre se han adaptado, mientras que los vecinos más afectados piden soluciones que permitan compatibilizar la tradición con el respeto a la vida cotidiana.