La ciudad de Valencia se encuentra en plena transformación urbanística debido a la proliferación de los pisos turísticos. A la ya notable cifra de viviendas destinadas a este fin, se suma ahora una nueva tendencia: la reconversión de bajos comerciales en apartamentos para turistas. Sin embargo, este fenómeno no está exento de controversia, ya que afecta tanto a la economía local como a la convivencia vecinal.
La desaparición progresiva de comercios tradicionales es una realidad en muchos barrios de Valencia. El aumento de los alquileres, la competencia con el comercio online y las dificultades para mantener negocios físicos han llevado al cierre de numerosas fruterías, panaderías y pequeños comercios.
Ahora, estos espacios encuentran un nuevo uso en el mercado del alquiler turístico, una práctica que se extiende en barrios alejados del centro de la ciudad como Ayora o Amistat.
Este proceso ha generado una preocupación creciente entre los vecinos, quienes ven cómo sus barrios pierden su identidad y su vida cotidiana se ve alterada. Los bajos turísticos generan un aumento del ruido, problemas de limpieza y una falta de regulación que dificulta la convivencia.
El impacto en la economía y en la vivienda
Uno de los principales efectos de esta conversión de bajos en alojamientos turísticos es el encarecimiento del mercado inmobiliario. La demanda de este tipo de viviendas hace que los precios de los alquileres aumenten, lo que dificulta que los residentes puedan encontrar un hogar a un precio accesible.
Además, la desaparición de comercios tradicionales debilita el tejido empresarial de los barrios. Espacios que antes ofrecían productos y servicios esenciales ahora son ocupados por alojamientos temporales, lo que cambia la dinámica económica y social de la zona.
La patronal de apartamentos turísticos defiende su impacto económico positivo
El Ayuntamiento de Valencia ha propuesto limitar los apartamentos turísticos a un máximo del 2% en cada barrio, una medida que la patronal considera arbitraria y sin base técnica clara. Blasco recordó que en regulaciones previas, como la del barrio del Cabanyal, se había establecido un límite del 10% por manzana sin explicaciones justificadas.
Desde la Asociación de Empresas de Apartamentos Turísticos de la Comunidad Valenciana (APTUR), su presidenta, Silvia Blasco, ha asegurado en el programa ‘Valencia en Abierto’ que estos últimos no afectan el mercado de la vivienda, ya que provienen de locales cerrados durante años.
Blasco también rechaza la idea de que los apartamentos turísticos contribuyan a la subida del precio del alquiler, destacando que representan solo un 1,3% de las viviendas en Valencia.
El turismo deja más de 700 millones de euros en Valencia
Además, la responsable de APTUR ha cuestionado la nueva medida del Ayuntamiento que pretende limitar la presencia de estos alojamientos, calificándola de arbitraria y sin base técnica clara. Según sus datos, el turismo generó 7,8 millones de pernoctaciones en 2024 y un impacto económico de 758 millones de euros en la ciudad.
Desde la patronal defienden que el problema de acceso a la vivienda no se debe a los apartamentos turísticos, sino a la existencia de más de 36.000 viviendas vacías en Valencia. También resaltan que no hay denuncias frecuentes por incivismo relacionadas con estos alojamientos y piden mayor diálogo con las autoridades antes de aplicar restricciones que, a su juicio, podrían afectar negativamente a la economía local.
La transformación de bajos comerciales en pisos turísticos en Valencia es una práctica en auge que afecta tanto a la economía local como a la convivencia vecinal. Mientras que desde la patronal de apartamentos turísticos se ve una oportunidad para fomentar la economía de la Comunidad Valenciana, muchos vecinos denuncian la pérdida de identidad de sus barrios y las dificultades para acceder a una vivienda asequible.