Laura Zornoza (EFE).- Los pasajeros del tren avlo de Renfe que había salido de la estación de Chamartín de Madrid a las 10:30 horas de hoy, con unos minutos de retraso, se preparaban ya para la llegada a la estación de Joaquín Sorolla en Valencia tras dos horas de viaje, cuando la locomotora frenó lentamente hasta llegar a detenerse: la megafonía del tren informaba de una avería en la catenaria de la estación.
Los primeros suspiros de fastidio entre los viajeros por la inconveniencia de – creían – llegar unos minutos tarde a su destino no vieron avecinarse la larga espera de varias horas, entre la incertidumbre, sin apenas comunicaciones ni comida, aunque sí con agua, a causa del masivo apagón que ha puesto a todo el país patas arriba durante este lunes.
Los primeros móviles que volvían a tener cobertura tras la confusión inicial ya reportaban la escasa información que se tenía en ese momento: Cortes de electricidad en la España peninsular y en Portugal, así como en algunas zonas de Francia, por causas desconocidas.
Los vagones se dividían ya entre quienes buscaban el martillo de emergencia para al menos tenerlo ubicado por si era necesario romper las ventanas para que entrase aire y quienes se resignaban en sus asientos a buscar con sus móviles las escasas migajas de conexión a internet en busca de información de las redes sociales o de sus seres queridos.
Mientras que los segundos fracasaban en su búsqueda de noticias, los primeros recibieron rápidamente buenas nuevas cuando el maquinista ordenaba que se abrieran las puertas del lado izquierdo del tren, a la vez que pedía que nadie, bajo ningún concepto, bajara a las vías.
Según avanzaban los minutos, se abría también paso a la desinformación perenne en momentos de incertidumbre.
Una mujer anunciaba móvil en mano que el apagón había llegado también a toda Italia y un hombre leía unas supuestas declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a la CNN, en las que informaba del apagón como un ataque coordinado, aunque posteriormente fueron desmentidas por su portavoz.
Las falsas palabras de la presidenta de la Comisión se diseminaron entre los pasajeros sin que nadie se preguntara si era plausible que un medio de comunicación estadounidense tuviera mejor información sobre la presidenta de la Comisión Europea que cualquier agencia, diario, radio o televisión españoles o europeos.
Junto a las noticias falsas llegaron también los primeros ‘whatsapps’ de familiares y amigos que se ofrecían a acercarse a una carretera aledaña a la vía del tren donde la locomotora había quedado varada.
Ya nadie recordaba o a nadie le importaban las palabras del maquinista pidiendo no bajar a la vía con el miedo a que no llegara el agua que se estaba repartiendo solo a niños, personas mayores y embarazadas.
La paciencia se acababa. Para muchos pasajeros, un punto de inflexión fue la información de Red Eléctrica, que advertía de que la corriente tardaría entre seis y diez horas en restaurarse.
Incluso los más reacios a desobedecer las órdenes de permanecer en el tren empezaron a plantearse llegar andando a alguna zona urbana de las afueras de Valencia para buscar desde allí un transporte alternativo.
Además del calor valenciano de las 15:00 de la tarde, el primer obstáculo era visible desde la ventana del tren: un inclinado terraplén con vegetación seca y una bajada de unos diez metros que hacían muy difícil recorrerlo a personas con movilidad reducida o con equipaje abultado.
Sin embargo, incluso antes de la llegada de la Guardia Civil, un grupo de voluntarios se organizaba en la vertical del terraplén para lanzar una cuerda y ayudar a bajar a quien quisiera salir de las vías en busca de una alternativa para llegar a la capital del Turia.
Y tras caminar varios kilómetros sin tener muy claro a dónde se iba a llegar, fueron varios coches de ciudadanos anónimos, los salvadores, que una vez más acercaron a decenas de pasajeros a las primeras estaciones de transporte público que aún funcionaba, y aliviar así al menos parte del caos de la jornada.
Más de 30.000 personas atrapadas en trenes
Renfe prevé evacuar a lo largo del día a entre 30.000 y 35.000 personas de los trenes que han quedado varados en las vías como consecuencia del apagón que asola la península, han informado a EFE fuentes próximas a la compañía.
En el momento en que se produjo el apagón, poco después de las 12:30 horas, había en circulación 116 trenes, con una capacidad media de 300 pasajeros.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha dicho en X que «la máxima prioridad en este momento es rescatar y atender a los viajeros atrapados en trenes que estaban operando en el momento de producirse el apagón».
«Seguimos con la situación muy complicada en Alta Velocidad», ha señalado Puente. Según sus datos, hay 14 trenes en esta situación en la línea Madrid-Sevilla; otros 8 en la Madrid-Barcelona; dos en el trayecto Antequera-Granada, uno en Venta de Baños y otro más en Pajares.
El gestor de las infraestructuras ferroviarias, Adif, mantendrá esta noche abiertas las estaciones de Atocha y Chamartín, ambas en Madrid, Sants (Barcelona), Bilbao, Valencia, Sevilla, Córdoba, Zaragoza, Valladolid y Málaga, ha informado el ministro en su cuenta de X.