La semana pasada no nos íbamos muy lejos y os traíamos el delicioso Cachap, todo un clásico del Forn del Rosari de Paterna. Para esta nos desplazamos al Mareny de Sant Llorenç, un dimunuto pueblo situado entre Cullera y el Mareny Blau, con el fin de visitar su establecimiento más emblemático: el horno de La Beata Inés.
Conocido por la dimensión de los productos que vende (podemos encontrar trozos de pizza del tamaño de una Playstation 4 o croissants como la cabeza del que escribe estas líneas) y por lo asequible que resulta arramplar con sus existencias, este local con apenas 30 años de tradición es todo un fenómeno en València.
Sus casi 70.000 seguidores en Facebook lo corroboran: La Beata Inés es un auténtico lugar de peregrinación para devotos del dulce y el salado de toda la provincia. Son habituales las escapadas de sábado a un local con una afluencia tal que sus propietarios, Ramón y Noemí, decidieron instalar un merendero a sus puertas hace cuestión de unos años.
De su abanico de productos destacan algunos como los panquemaos, las pizzas o los muffins gigantes, pero la oferta de La Beata Inés va mucho más allá: donuts, pasteles de boniato, fartons, cocas de nueces y pasas… todos ellos copan unos mostradores que no pueden hacer sino salivar al visitante.
Debido a la fama y el prestigio del lugar, uno podría lanzarse a pensar que sus productos no están al alcance de todo el mundo. Nada más lejos. Una de las claves del éxito La Beata es precisamente que sus dueños nunca se han subido a la parra con los precios. El establecimiento siempre está abarrotado y no es casualidad. Bollería y pastelería por y para el pueblo.
Si os estáis planteando realizar una visita próximamente a este templo de la merienda pero no sabéis dónde dejar el coche, tened en cuenta que La Beata cuenta también con aparcamiento propio para clientes. ¡No tenéis excusa!
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