Desde hace año y medio vive en ese barrio junto con un compatriota, buscándose la vida con pequeños trabajos como soldador o mecánico de motos o en obras y mudanzas y enfrentándose a diario a todos los obstáculos para poder vivir que impone la Ley de Extranjería a quienes no tienen papeles, según informa este miércoles la asociación de atención al migrante València Acull.
Aunque después de la DANA su situación ha empeorado, como la de los demás vecinos, se siente afortunado porque el 29 de octubre pudo salvarse y rescatar a Enrique García, un vecino de 73 años al que la riada estaba a punto de llevarse.
«O lo salvaba o me moría yo también», responde cuando se le pregunta por qué arriesgó su vida, mientras Enrique, emocionado ante el recuerdo, asegura que si El Mehdi no hubiera intervenido «no lo habría contado» y destaca su gesto «de gran humanidad».
Regularizar su situación tras su rescate
Desde València Acull informan que van a solicitar a la Delegación del Gobierno que regularice la situación de El Mehdi por las «circunstancias excepcionales» contempladas en la ley y que, a la vista de lo sucedido, concurren en este caso.
Relatan que la noche del 29 de octubre, el chico fue a comprar la cena a un supermercado del barrio y no pudo regresar a su casa, por lo que decidió refugiarse en un punto de venta de productos a través de máquinas donde ya había otras personas.
«Se reventaron las persianas de los bajos cercanos y comenzaron a salir electrodomésticos, que se los llevaba la corriente junto a los coches. La situación fue empeorando. A mí, que mido 1,77 metros, el agua me llegaba a la barbilla y el señor Enrique estaba casi flotando«, cuenta José Ricardo Rodríguez, una de las cinco personas que permanecían en el «vending», que es colombiano y lleva cinco años en Parque Alcosa.
Un vecino pereció ahogado
En el espacio que dejaban las máquinas expendedoras también se resguardaron Enrique, que no pudo cruzar a su vivienda; Laura Gracia, copropietaria de la farmacia del Parque Alcosa; y otro vecino del barrio, que pereció ahogado sin que pudieran hacer nada para salvarlo.
Al comenzar a subir el nivel del agua, Mehdi, Laura y José Ricardo valoraron que había que arriesgarse para nadar hasta una caja metálica adosada a un pilar, que tenía una altura de 1,70 metros y menos de un metro de ancho.
Lograron subir, pero Enrique y el otro hombre se quedaron en el «vending«. Enrique trató de llegar a la caja, pero la corriente se lo llevaba, así que se aferró a un pilar a no muchos metros de donde estaban los tres.
Tras diez minutos y con el agua por los tobillos a quienes estaban subidos a la caja, algunas personas de los pisos de enfrente les gritaban con desesperación que aguantaran ya que los móviles no funcionaban y no podían llamar a Emergencias.
Cuando Enrique ya no respondía a sus llamadas, Medhi se quitó la sudadera y se lanzó al agua. «Se jugó la vida, yo creía que se ahogaban los dos. Fue una acción heroica porque Enrique no se hubiera salvado si no lo rescata Medhi«, afirma Laura.
El joven arrastró a Enrique unos metros hacia la caja y les acercaron un palo para ayudarles a subir. Los cuatro permanecieron arriba de la caja cuatro horas, muy juntos y casi sin moverse para darse calor, Medhi había perdido la sudadera y sufrió síntomas de hipotermia. Cuando el nivel del agua empezó a bajar, cruzaron a los edificios de enfrente.
Dificultades materiales y peligro físico en su ruta migratoria
A los 17 años, Medhi dejó Marruecos, llegó en avión hasta Turquía e intentó entrar por tierra a Bulgaria pero fue encarcelado y expulsado en cinco ocasiones. A la sexta logró su objetivo y cruzó por Serbia, Croacia, Eslovenia, Italia, Suiza y Francia hasta llegar a España.
No sólo padeció las penalidades materiales de un viaje sin medios económicos sino que corrió riesgo su integridad física en varias ocasiones por las condiciones en que tienen que desplazarse quienes deben esconderse de las fuerzas de seguridad de todos los países que atraviesan, según València Acull.
