J. Sacristán: Buff es un personaje contradictorio, es un hombre tocado para su desgracia o su grandeza, por una sensibilidad particular, por la belleza, por todo lo que ocurre a su alrededor. No es capaz de crearla -la belleza-. Entonces busca contemplarla, ordenarla, cuidarla y transmitirla y dejar ese legado de belleza, ese depósito de belleza a los demás. Todo un todo, una labor, un recorrido vital importante.
P: ¿Qué vamos a ver en esta obra llamada colección?
J.S.: Es una respuesta imposible. Lo que vamos a ver es una obra cojonuda, con unos actores geniales y el texto del formidable. Pero, además, es una obra abierta y cada espectador seguramente verá una función distinta. Eso es lo que quiero.
P: ¿Qué importancia tiene el teatro en la cultura de una sociedad?
J.S.: El teatro es fundamental, no en la importancia, si no en todo. Ojalá contáramos con mayor cantidad de gente interesada por el teatro. Yo no me puedo quejar, pero un país, o una civilización, o un territorio que ignora o olvida o descuida su teatro, no lo está haciendo bien.
P: Esta historia habla sobre el paso del tiempo, ¿Qué perspectiva tienes tú sobre el transcurso del tiempo, sobre lo efímero que es el tiempo?
J.S.: Lo efímero que es el tiempo. Bueno, he cumplido 86 años, es decir, no es tan efímero. O sí, yo no lo sé, el tiempo está ahí. Y bueno, qué te voy a contar. Yo agradezco el seguir vivo, seguir lúcido y aconsejar a los demás en la medida de lo posible, que no pierdan el tiempo.
P: Muchos años de trayectoria. ¿Qué has aprendido durante todos estos años?
J.S.: Sigo aprendiendo. Este es un aprendizaje permanente.
P: Y de ese aprendizaje permanente, ¿Qué consejo darías a los más jóvenes?
J.S.: Antes monja que dar consejos. Esto es un salto en el vacío. Que cada uno se maneje como pueda. Hay jóvenes, como siempre, con muchísimo talento, con muchísimo coraje, y los hay tan inútiles como también en otros tiempos. Pero no me atrevo a dar consejos. Esto es una cosa muy personal. Que cada uno lo viva a su manera.