La primavera ha arrancado este 20 de marzo y con ella la llegada de la terrible alergia. El nivel de los pólenes en el litoral mediterráneo se prevé leve, oscilará en 1.000 granos/m3 en la Comunitat Valenciana, pero los síntomas serán persistentes.
En el primer trimestre del año se ha observado un comportamiento atípico de la polinización de las plantas cupresáceas, características de esta época. Las inusuales altas temperaturas vividas desde finales de enero han provocado un adelanto del pico de polinización.
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en el litoral mediterráneo los pólenes más frecuentes son los de parietaria, gramíneas, olivo y salsola.
Las previsiones indican que los índices de polen en el litoral mediterráneo serán bajos. «El nivel de los pólenes en el litoral mediterráneo se prevé leve. Oscilará entre menos de 1.000 granos/m3 en Barcelona, Murcia, Palma y Tarragona; 1.000 granos/m3 en Alicante, Castellón y Valencia y 1.500 granos/m3 en Lérida», explica el doctor Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC.
En resumen, este año se prevé que, con motivo de las temperaturas tan altas que se han registrado al inicio del año, el polen se mantenga más tiempo en el ambiente: lo que puede provocar que los síntomas de la alergia sean más persistentes.
El cambio climático y la contaminación aumentan la alergia
El cambio climático es una realidad incuestionable. Según datos de AEMET, este enero ha sido el más cálido desde que hay registros. El aumento de las temperaturas y la falta de precipitaciones se han posicionado como factores determinantes en el momento y la forma de polinización de las plantas, influyendo así en la sintomatología de los pacientes alérgicos.
«En consecuencia, aumenta la incidencia de las enfermedades respiratorias como el asma, la rinitis alérgica y la conjuntivitis. Además, cambia la distribución y la cantidad de polen en las áreas urbanas, así como los periodos y la duración de las temporadas con mayores niveles de polen», señala la profesora Carmen Andreu, secretaria de la SEAIC.
Por su parte, la contaminación también se ha consolidado como un factor con repercusiones determinantes en las enfermedades alérgicas. «Hemos observado un aumento de la sensibilidad a los alérgenos y un agravamiento de los síntomas de los pacientes alérgicos. Además, las partículas contaminantes pueden irritar la mucosa nasal, la piel y la conjuntiva ocular, de modo que los alérgenos penetren con mucha más facilidad», concluye Andreu.