La DANA ha causado un impacto significativo en el patrimonio histórico y cultural. Los daños no solo afectan a estructuras protegidas por su valor arquitectónico, sino también a bienes particulares que constituyen parte del legado cultural de la región.
Entre los casos más destacados está el de los Arquets de Baix de Torrent, una estructura del siglo XVI que ha perdido cinco de sus seis arcadas debido a la fuerza del agua. En Quart de Poblet, el “Puente Romano”, con registros históricos desde 1690, también ha sufrido daños estructurales que aún están siendo evaluados.
Francisco Juan Vidal, director del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la UPV, subrayó que estos bienes representan «una parte fundamental de nuestra identidad cultural, y su pérdida no solo es material, sino también simbólica».
Patrimonio religioso y rural tampoco ha escapado a los estragos. Iglesias como la de Sant Jordi de Paiporta o la de la Assumpció de Alaquàs han experimentado inundaciones que, aunque no afectaron gravemente su estructura, dejaron criptas y suelos cubiertos de lodo, lo que requerirá una limpieza especializada para evitar daños mayores.
Vidal explicó que “estos inmuebles, aunque están protegidos legalmente, necesitan de una intervención rápida y precisa. La humedad puede ocasionar problemas graves como la proliferación de hongos, que en cuestión de días puede destruir elementos valiosos como mobiliario litúrgico, textiles o documentos antiguos”.
En el ámbito rural, las tradicionales barracas han sido especialmente vulnerables. La Barraca del Llop, construida con adobe y caña en el siglo XIX, está al borde del colapso. Según Vidal, “los materiales utilizados en estas construcciones, aunque representativos de nuestra tradición, son muy sensibles al agua y pierden estabilidad rápidamente. En muchos casos, será imposible recuperarlas”.
Acciones inmediatas y desafíos a largo plazo
Para hacer frente a la emergencia, la Generalitat Valenciana ha destinado 886.794 euros a la conservación y restauración de bienes culturales afectados. Sin embargo, Francisco Juan Vidal destacó que esta cifra solo será un punto de partida: “Las intervenciones serán costosas y, en muchos casos, los seguros no cubrirán todos los daños. Será necesario recurrir a ayudas adicionales y plantear proyectos de restauración a largo plazo”.
El experto también detalló que se ha elaborado un manual de primeros auxilios con pautas básicas para evitar la pérdida irreversible de bienes culturales. “Recomendamos no intentar limpiezas precipitadas, ya que pueden agravar los daños. En su lugar, es crucial mantener los objetos en ambientes aireados y, si es posible, utilizar congeladores para frenar el desarrollo de hongos en piezas pequeñas muy valiosas”.
Las iglesias, ermitas, y otros bienes protegidos recibirán prioridad, pero los bienes particulares, como cuadros, documentos o indumentaria tradicional, representan el mayor desafío debido a su volumen y diversidad. “Muchos propietarios desconocen cómo actuar en casos de emergencia, y ahí es donde las instituciones y los expertos debemos intervenir con formación y apoyo técnico”.