Si por algo se recordará el 27 de enero de 1993 en Valencia es por el hallazgo de los cadáveres de las niñas de Alcàsser. Fue un día como hay, hace ya 30 años, cuando se cumplían 74 días desde la desaparición de Miriam, Toñi y Desirée. Lo que muchos no esperaban es el giro que daría la investigación por un hallazgo fortuito de dos apicultores.

Las alarmas saltaron por la mañana. Un apicultor de 69 años, acompañado de su consuegro, descubrió un brazo humano semienterrado. Estos se encontraban revisando el estado de unas colmenas en una fosa del barranco de La Romana (Tous) cuando vieron un brazo con un reloj saliendo de la tierra.

Inmediatamente dieron la voz de aviso y la Guardia Civil se desplazó a desenterrar lo que pensaban que sería el cadáver de un hombre. Sin embargo, durante la excavación se dieron cuenta de lo peor: eran tres jóvenes. Los cuerpos estaban apilados y envueltos en una alfombra grande.

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Paraje en el que aparecieron los cuerpos de las niñas de Alcàsser.

Tras autorizarse la exhumación, los cadáveres se introdujeron en tres ataúdes diferentes. Estos se trasladaron al cuartel de la Guardia Civil de Llombai y de ahí al Instituto Anatómico Forense de Valencia. La autopsia confirmó que se trataba de los cuerpos de Miriam, Toñi y Desirée.

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Paralelamente, en los alrededores de La Romana aparecieron otros objetos relacionados con el crimen. Entre ellos destacó un volante del Hospital La Fe a nombre de Enrique Anglés. Esa misma tarde, la Guardia Civil interrogó a uno de los sospechosos: Miguel Ricart. Este confesó que él y su amigo Antonio Anglés eran los secuestradores de Miriam, Toñi y Desirée.

Anglés declaró que la noche del 13 de noviembre habían subido en su coche a las tres niñas. Estas se encontraban haciendo autostop para asistir a una fiesta del instituto que se celebraba en la discoteca Coolor, a las afueras de Picassent. Sin embargo, jamás llegaron a su destino.

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Miguel Ricart acompañado de la Guardia Civil en una imagen de archivo.

Las tres adolescentes fueron secuestradas, violadas y torturadas hasta la muerte tanto por Anglés como por su compinche Ricart. Además, un tiro en la nuca acabó con la vida de cada una de ellas.

El juicio condenó a Ricart a 170 años de cárcel. Sin embargo, con la doctrina Parot hubo una reducción de la sentencia y salió de prisión en 2013. El pasado 21 de diciembre volvió a ser detenido en Barcelona por liderar un narcopiso. Antonio Anglés, por su parte, jamás llegó a ser juzgado. Este huyó antes de ser detenido y jamás se ha descubierto su paradero.

En 2029 el triple crimen prescribirá. Pasada esta fecha Anglés ya no podrá ser detenido en el caso de continuar con vida. Sólo habría una excepción y es que la nueva línea de la investigación aportase datos relevantes. Esto retrasaría la extinción de la responsabilidad penal otros 20 años más.