Cómo se hace una manteleta fallera: el proceso artesanal de Artesanía Viana

El traje de fallera es uno de los más elaborados y tradicionales. En él se concentra todo el trabajo y empeño de los indumentaristas. Cualquier fallera quiere sentirse única con su vestido, su posticería, sus aderezos o sus manteletas.

Por este motivo, los indumentaristas desempeñan un papel esencial para cada una de las falleras que acuden a sus tiendas con la esperanza de encontrar ese elemento del traje que lo hace especial, ese detalle que provoca un flechazo.

Y es que los indumentaristas valencianos tienen esa pasión que les impulsa a dedicar su vida a este oficio, para que cada clienta salga con la pieza fallera que soñaba, sintiéndola como si hubiera nacido para ella. Al fin y al cabo, cada una de estas piezas son como un órgano que va dando forma al cuerpo completo del traje de fallera.

Todo esto lo representa muy bien Artesanía Viana, una de las empresas más prestigiosas de indumentaria valenciana especializada en manteletas. Su trayectoria lo demuestra: llevan 40 años transformando estas piezas en el sueño de sus clientas.

Ana Giménez es quien ha levantado el imperio que es hoy Viana, pero su relación con este mundo empezó casi en la infancia, cuando trabajó en una empresa del sector con solo 12 años. Con el tiempo decidió independizarse, paso a paso, hasta llegar a lo que son hoy.

La pasión también se transmite, y eso ocurrió con su hija, Ana Guillén, que no solo heredó el nombre, sino el amor por este oficio. “Desde pequeña, cuando venía del colegio, me sentaba en las máquinas. Siempre me ha encantado”, recuerda. Haberlo vivido desde niña la ha llevado a convertirse en otra de las gerentes, con 25 años en la empresa desde que empezó a los 14. Como decíamos al inicio, hay que tener pasión por este trabajo, y ella la tiene: “Me encanta mi trabajo, lo hago con mucha ilusión”.

Cuatro décadas que han dado para mucho: cambiar de ubicación, ampliar su actividad y llegar a lo más alto, convirtiéndose en indumentaristas de las Falleras Mayores de València y sus Cortes. “Empezamos poco a poco y hemos ido avanzando, escalando, hasta llegar a donde estamos hoy”, explica Ana Giménez, gerente de la empresa.

Ahora han optado por otro camino, porque trabajar para las máximas representantes de València implica esfuerzo, sacrificio e implicación, lo que a veces obliga a renunciar a algunos clientes. “Nosotros, desde 2007, colaborábamos con Junta Central Fallera, pero hace dos años decidimos desvincularnos para poder atender mejor a nuestros clientes”, cuentan.

Tuvimos que dejar de trabajar para las Falleras Mayores de València y sus Cortes

Un ejemplo claro de cómo priorizan cuidar y mimar a quienes siempre han estado ahí. Eso sí, aunque ya no trabajan oficialmente para JCF, siguen manteniendo la cercanía: “Paramos para no comprometernos, pero sí seguimos haciéndoles algunas cosas, aunque sin la presión de ser los principales”, explica Ana Guillén, también gerente. De hecho, Marta Mercader, Fallera Mayor Infantil de València, ha llevado manteletas de Viana en varias ocasiones, y Carmen Prades, Fallera Mayor de València, lució otra en la presentación de los bocetos de Primera A.

Manteletas de Viana / Fotofilmax

La forma de trabajar de la empresa es totalmente comparable a la de unas diseñadoras de alto nivel. Madre e hija trabajan mano a mano para crear cada año una nueva colección. “Creamos una colección, mantenemos lo que funciona bien y hacemos el muestreo para nuestros clientes en todas las tiendas de la Comunidad Valenciana. Luego ya empezamos a producir”, explica Giménez.

Así ha evolucionado la elaboración de las manteletas

Y “producir” también ha evolucionado mucho en 40 años. Antes todo era más lento porque se hacía completamente a mano, pero ahora cuentan con un conjunto de máquinas artesanales que permiten agilizar el proceso sin perder calidad.

Aun así, no dejan atrás las viejas costumbres. “Tenemos dos tipos de trabajo: el artesanal, que es como empezamos y que se está perdiendo, y lo usamos mínimamente; y luego el trabajo a máquina”, comenta Giménez. Pese a ello, destacan la importancia de las trabajadoras, porque incluso con máquinas sigue siendo necesaria mucha mano de obra. “El nivel de trabajo que tenemos ahora sería imposible hacerlo a mano”, añade la gerente.

El trabajo artesanal en Viana se reserva para pedidos mínimos, porque quedan muy pocas personas que sepan hacerlo. “Es que ahora no hay gente. Ya no hay bordadoras ni personas que pongan lentejuelas a mano. Se jubilan, y la gente joven prácticamente no quiere dedicarse a esto. Es una pena, porque se ha perdido. Tenemos muy pocas personas que trabajen como se hacía antes”. Además, estas piezas tienen un coste elevado porque requieren muchas horas, por lo que solo unos pocos clientes pueden permitírselas.

Viana es, sin duda, una empresa especial: calidad, cercanía y mimo en cada pieza, porque trabajan con auténtica pasión. “Somos una familia y lo que hacemos nos gusta. Intentamos que cada diseño tenga nuestro sello”. Así lo explican. Además, se adaptan a todos los públicos para que cualquiera pueda disfrutar de sus productos. En definitiva, Viana es una de esas empresas que representan la esencia de la artesanía valenciana.