El Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Valencia (ICOVV) recomienda anticiparse a las situaciones de estrés producidos por las explosiones pirotécnicas tan típicas de las Fallas y se deben iniciar cuanto antes los tratamientos sobre las mascotas que presenten miedo a los petardos. El veterinario pautará, en función del nivel de ansiedad, la medicación adecuada y esta debe administrarse, en algunos casos, varias semanas antes de que comiencen los ruidos fuertes, ya que pueden tardar hasta tres semanas en hacer efecto.
La prescripción médica para casos de miedo moderado puede ser a base de nutracéuticos (tranquilizantes naturales). Para casos graves es necesario utilizar psicofármacos. Ambos tratamientos pueden combinarse con feromonas sintéticas, tanto para perros como para gatos, que disminuyen la intensidad de los síntomas y carecen de efectos secundarios.
“Lo idóneo sería centrar los esfuerzos en la prevención– señala María Vitoria, vocal del ICOVV y veterinaria clínica– exponiendo al cachorro a una variedad de sonidos durante el periodo de socialización, que abarca desde las tres semanas a los tres meses, asegurándonos de que es una experiencia positiva que le permite familiarizarse con ellos”. En los casos de perros adultos en los que exista la sospecha de que pueda existir una fobia, “se debería diagnosticar el problema lo antes posible y aplicar un programa de tratamiento multicomponente”, afirma.
Como explica Marina Miralles, etóloga colegiada del ICOVV, “los animales no pueden entender que no hay peligro en los petardos, es como si una persona oye caer bombas”. La reacción fisiológica que se desencadena en las mascotas activa el sistema nervioso simpático y provoca que se liberen grandes cantidades de neurotransmisores, como la adrenalina, u hormonas de estrés, como el cortisol.
Los síntomas que pueden presentar la gran mayoría de animales de compañía son taquicardias, diarrea, vómitos y tendencia a huir o esconderse. Los perros también pueden jadear, deambular, temblar. Manifiestan vocalización excesiva y pueden llegar a autolesionarse. “Si el episodio ocurre en la calle, pueden huir desorientados, lo que cada año causa pérdidas de mascotas, atropellos, etc. En los hogares, no estando el cuidador, pueden llegar a saltar desde el balcón en su deseo de escapar”, apunta Miralles.