Han pasado tres semanas desde que la DANA golpease Valencia con una fuerza destructiva, dejando cicatrices profundas en la región. A pesar de que la tormenta ya es parte de la historia, las secuelas siguen siendo evidentes, especialmente en localidades como Massanassa, una de las zonas más afectadas.
En este pueblo, lo que antes eran calles transitadas y llenas de vida se han convertido en escenarios de destrucción, trabajo arduo y esfuerzo colectivo. Además, el saldo humano de esta catástrofe natural es trágico. En Massanassa seis personas han perdido la vida debido a las inundaciones repentinas, un hecho que marcó profundamente a los vecinos.
Los testimonios reflejan el impacto emocional y la sensación de abandono: «Nadie nos avisó. Nadie sabía nada», lamentan los residentes. En términos materiales, las pérdidas son casi totales para muchas familias. Las viviendas están destrozadas, los garajes aún acumulan agua y fango, y las infraestructuras básicas permanecen inservibles.