
Con la llegada del 20 de marzo, Valencia despide unas Fallas históricas que han sido un reflejo del crecimiento de la fiesta, pero también de los retos que aún quedan por afrontar. Mientras la ciudad se recupera del estruendo de la pólvora y el fervor de los festejos, es momento de analizar los aspectos positivos y las problemáticas que marcaron esta edición.
Uno de los logros más destacados de la noche de la Cremà ha sido el refuerzo de la limpieza. El Ayuntamiento de Valencia desplegaba esta madrugada un dispositivo de 2.085 operarios para garantizar que, tras el fin de las Fallas, la ciudad amaneciera en condiciones óptimas. Además, se han invertido más de tres millones de euros en mejorar los servicios de recogida de residuos, lo que representa un aumento del 15% en comparación con el año pasado.
Otro punto a favor ha sido la mejora en la organización de la Ofrenda. Gracias a la implementación de chips y puntos de control de tiempo, se logró evitar los retrasos que en ediciones anteriores llevaron el acto hasta altas horas de la madrugada. La Fallera Mayor Infantil, Lucía García, hizo su aparición ante la Virgen de los Desamparados mucho antes de lo que lo hizo su antecesora, demostrando la eficacia de estos cambios.
El Lado Oscuro de la Fiesta: Incivismo y Masificación
No obstante, las Fallas 2025 también han evidenciado problemas recurrentes, como el descontrol en verbenas y discomóviles. Vecinos del barrio del Botánico denunciaron la contaminación acústica y el comportamiento incívico de algunos asistentes, lo que llevó a la intervención de la Policía Local.
Otro de los focos de preocupación ha sido el «botellódromo» improvisado en la plaza de Brujas, donde la acumulación de basura, latas y botellas de alcohol ensució un espacio emblemático de la ciudad. A pesar de los esfuerzos municipales por mejorar la gestión de residuos, la responsabilidad ciudadana sigue siendo un factor clave para la convivencia durante las fiestas.
Además, la masificación alcanzó niveles preocupantes. Según datos de la Policía Local, un millón de visitantes llegaron a Valencia el último fin de semana de Fallas, generando situaciones de colapso en puntos clave como la mascletà en la calle Marqués de Sotelo. Cruz Roja atendió a decenas de personas por lipotimias y crisis de ansiedad, lo que evidencia la necesidad de replantear la gestión de grandes aglomeraciones.
Fallas 2025: Una Fiesta para Reflexionar
Las Fallas de este año han sido bautizadas como las ‘Fallas de la Recuperación’, un homenaje a las víctimas de la DANA y un símbolo de resiliencia para la ciudad. Sin embargo, también han dejado temas de debate sobre la mesa: ¿cómo encontrar el equilibrio entre la tradición, el turismo y la calidad de vida de los vecinos?
La magnitud de la fiesta es un desafío que requiere soluciones a largo plazo. La inmovilización de miles de personas durante la mascletà del sábado es una advertencia clara de que se necesita una reorganización de los espacios y de los flujos de asistentes. La inversión en monumentos falleros, el control de la pirotecnia en zonas protegidas y la regulación del ocio nocturno son otros puntos clave a abordar.
El Congreso Fallero de septiembre será una oportunidad para debatir estos temas, aunque es poco probable que se implementen cambios inmediatos. Por ahora, Valencia se despide de unas Fallas que han brillado con luz propia, pero que también han dejado importantes lecciones para el futuro de la fiesta.