Tras ausentarse de la política durante un tiempo y centrar su actividad profesional estos últimos años en el sector privado, Susana Camarero retoma la política al frente de la Secretaría del Consell y como vicepresidenta del gobierno valenciano encabezado por Carlos Mazón.
Licenciada en Derecho y experta en igualdad y diversidad, Camarero cuenta con más de 25 años en la gestión pública. Entre 2014 y 2016 ocupó la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad durante el mandato de Mariano Rajoy. Además, logró tener un escaño en el Congreso de los Diputados y en el Senado. A nivel autonómico ha sido secretaria primera de la mesa de Les Corts y ha estado al frente de la Secretaría General del Partido Popular en Valencia.
En los últimos años, Susana Camarero había centrado su actividad profesional en el sector privado, concretamente en el asesoramiento a empresas y entidades en materia de políticas de igualdad y diversidad. Desde el pasado mes de julio lidera la Vicepresidencia Segunda y la Conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda de la Generalitat Valenciana.
¿Cómo fue el momento en el que Carlos Mazón la llamó para anunciarle que la quería en su equipo?
Bueno, no fue una llamada sino de manera presencial y en una conversación bastante larga. Yo trabajaba en Madrid desde hacía algunos meses y le había comentado que era mi momento de hacer otras cosas pero que le ayudaría desde fuera. Hablando me planteó el tema, en un principio tanteando pero finalmente planteando directamente la materia. Si una persona a la que respetas y a la que quieres, que además es amigo tuyo desde hace mucho tiempo, te ofrece esta macro Consellería con rango de vicepresidenta y secretaria del Consell no puedes decir que no. La verdad es que me dio 24 horas para pensarlo pero la respuesta era un sí.
Muchos medios se refieren a usted como ‘la mujer fuerte del Consell’, ¿le ha cambiado mucho la vida?
He dejado de tener vida, básicamente (se ríe). Ahora me dedico prácticamente a trabajar. Hay días enteros en los que no veo a mi hijo porque cuando llego ya está durmiendo y cuando me voy él ya no está.
¿Esa es la parte más dura?
La parte más dura es perder la vida personal y familiar, además de no encontrar tiempo para nada. El otro día comiendo con un amigo me preguntaba qué era lo que hacia además de trabajar y dije «seguir trabajando» (ríe). Se te acaban las posibilidades de hacer muchas cosas aunque también pienso que es un etapa de la vida. He pasado por varias situaciones con responsabilidades en el Parlamento, en el Congreso, en el Senado, antes aquí en las Cortes Valencianas, luego en el Ministerio, en mi casa y trabajando en la empresa privada y ahora esto. Considero que tengo mucho sentido de la responsabilidad y del compromiso y hay que hacerlo.
Hablemos de ese momento en el que llega a la Conselleria, ¿está todavía en ese proceso de diagnóstico examinando la manera en la que la dejó el Botànic?
Tengo la imagen casi completa pero aún estamos diagnosticando. En ese diagnostico yo me he encontrado una situación bastante peor de la que esperaba, especialmente en lo que respecta a Servicios Sociales e Igualdad.
Lo que me quita el sueño en este momento es pagar las deudas que me he encontrado. Son tantas las miles de facturas que se han quedado en los cajones sin pagar y las muchas entidades que se han quedado sin cobrar. Entidades además que atienden a menores, a mayores, a personas con discapacidad, a los más vulnerables de esta comunidad a los que no se ha pagado desde hace meses y algunas incluso desde hace dos años.
Yo quiero y tengo el compromiso de resolver esta situación. Las entidades no pueden prestar un servicio adecuado si están sin cobrar por parte de la administración. Tenemos que ver cuánto se debe, cómo lo pagamos y a partir de ahí seguir mejorando. Me preocupa mucho como están los centros de infancia, las listas de espera de las residencias de mayores, de la dependencia y de la discapacidad que llegan hasta dos y tres años con el gobierno del Botànic. De verdad, esta situación me quita el sueño, estas ojeras son producto de no poder dormir porque el peso de la responsabilidad es enorme.
¿Y qué ha pasado con estas facturas? ¿Ha sido fruto de la burocracia administrativa?
No, no es un problema de burocracia sino de responsabilidad y de gestión. Cuando tú tienes un contrato, los dejas vencer y no vuelves a contratar, se llama enriquecimiento injusto y nos hemos encontrado con muchas de estas situaciones. Por tanto, no se ha pagado lo que se debía y no se han licitado muchos de los contratos dejándose de pagar. Es mala gestión y falta de compromiso y de responsabilidad del gobierno anterior que no ha pagado lo que debe.
Yo gestiono esta Consellería como me pasó cuando estaba en el Ministerio, como si fuese mi hogar, mi economía doméstica. Igual que no gasto de más, tampoco me comprometo de más. Yo no puedo gastar el dinero de los valencianos como si fuese confeti, creo que tengo que gastar como si fuese mi casa, es decir, gastando lo que tenemos de la forma más eficiente posible sin comprometerme a algo que no puedo hacer.
El dinero de los valencianos hay que gastarlo con responsabilidad y eso es a lo que yo me comprometo. En los próximos meses pagaré las facturas que se deben pero habrá que hacer un plan de choque porque no hay dinero en la Conselleria y no quiero que la pelota se haga más gorda.
Una de las preocupaciones de los ciudadanos es la vivienda con jóvenes que no pueden acceder ni al alquiler ni a la compra, ¿cómo se puede regular esta problemática?
Nosotros no somos un gobierno intervencionista, sino un gobierno que pone soluciones. Nos hemos comprometido a construir a través del Plan Vive 10.000 viviendas sociales porque creemos que cuanta más oferta haya, el mercado se regulará y bajarán los precios. El problema actual es que no hay viviendas en el mercado con una ley nacional que hace que los propietarios no quieran poner sus inmuebles en alquiler y eso encarece porque cuanto menos hay, más caro sale. De esas 10.000 viviendas, un número importante va a ir para jóvenes.
Nada más llegar al Consell una de las primeras medidas fue comprar un edificio con 125 viviendas, de las que 33 son para el alquiler porque están sin ocupar. Ya hemos puesto en marcha el proceso para que se vayan solicitando esas viviendas pero van a ser todas dirigidas a familias jóvenes porque ahí está el problema.
Necesitamos que los jóvenes se puedan emancipar y vamos a hacerlo a través de alquileres asequibles, también con ayudas y avales para esa primera compra de vivienda que permita a los jóvenes salir de casa y construir una familia porque también hay que hacer frente a un reto demográfico que además depende de esta Conselleria. Es una realidad que la pirámide poblacional está invertida, la maternidad se ha retrasado y la vivienda es clave en ese aspecto.
Desde su nombramiento ha dejado claro que hay que establecer medidas eficaces para lograr la conciliación y la corresponsabilidad. ¿Qué hoja de ruta lleva en esta materia que además a usted le apasiona?
Yo soy una feminista convencida, lo digo siempre y no me escondo. Para mí no hay igualdad sin conciliación y no hay conciliación sin corresponsabilidad, esta es la clave. O nos repartimos las labores, especialmente las de cuidados, o las mujeres no avanzaremos.
En los últimos años cuando dejé la política y me establecí como autónoma estuve trabajando en planes de igualdad. Cuando te dedicas a esto haces un diagnóstico de la situación de las empresas y lo que nos demostraba ese diagnóstico es que más del 90% de las cargas de cuidados las tienen las mujeres. Somos nosotras las que nos reducimos las jornadas, con lo cual reducimos el salario y la pensión, y también somo nosotras las que pedimos excedencias para dedicarnos al cuidado de los menores. Siempre digo que nuestros hijos no vienen con una guía de cómo educar, la misma guía que tienen nuestras parejas y, sin embargo, nos creemos ‘superwoman’ y no tenemos que serlo.
Hay que ayudar con medidas como la educación de 0-3 años gratuita y favorecer la flexibilización horaria. Somos uno de los países de la Unión Europea que pasamos más tiempo en nuestros lugares de trabajo y a la vez somos de los menos productivos. Es verdad que la pandemia con el teletrabajo nos ha ayudado pero sin usar esto como una trampa atendiendo al niño, tendiendo o haciendo la comida en horario laboral.
Debe haber una responsabilidad de las administraciones para fomentar esa conciliación, esa flexibilidad horaria y un modelo de empleo híbrido con teletrabajo y presencialidad. Tenemos que ayudar a las empresas a potenciarlo y también que nosotras nos dejemos. Es fundamental que nosotras no queramos seguir llevando la mochila de la conciliación.