(ALBA SÁEZ).- El Gobierno central, en los últimos años ha convivido con una grave escasez de apoyos que han dificultado el transcurso de una democracia bien alimentada, fuerte y eficaz. Con todo esto, la situación económica ha derivado a una clase de desigualdades en todo el terriotrio español. De esta manera, se ha debilitado que se desarrolle medidas óptimas que alcancen los beneficios e intereses económicos de las distintas Comunidades Autónomas.
En el caso de la Comunitat Valenciana, el desgarro de un gobierno incompleto ha supuesto ralentizar las medidas que impulsen la economía valenciana. El primer factor ya característico es la problemática de la infrafinanciación, con una deuda que alberga los 47.000 millones de euros. Cada año, el gobierno de la Generalitat cuenta con 1.300 millones que son ficticios, puesto que es el dinero con el que se debería cubrir los gastos que generarían las distintas áreas de la Generalitat pero del que nunca se disponen. Desde esta perspectiva, el Consell lleva mucho tiempo intentando cambiar el modelo, objetivo por el cual Pedro Sánchez al llegar a Moncloa pospuso puesto que se trataba de un asunto complejo y largo.
La inestabilidad política generada por el Gobierno central durante estos últimos años que se han basado en negociaciones, investiduras y agitaciones internas ha provocado que asuntos como presupuestos, deudas, gastos e inversiones queden en un segundo plano de la política española. La Comunitat, debido a este papel secundario, ha dejado de recibir 14.000 millones de euros.
Otra de las medidas fue que Ximo Puig y Pedro Sánchez se reunieron para acordar un presupuesto acorde con la densidad de población que recoge la Comunitat. Tras las negociaciones, el acuerdo establecido fue de pasar de 700 millones de euros a 1.400 millones. Sin embargo, esos Presupuesto Generales del Estado no salieron a flote y, por ende, la Comunitat dejó de adquirir ese aumento.
La deuda pública que emerge la Comunitat Valenciana es un hecho que todavía perdura. Se trata de un proceso lento y delicado peor que, sin embargo, se deja pasar.