Los hospitales valencianos no pueden más y su personal está más agotado que nunca. Las UCI duplican su capacidad y los profesionales sanitarios trabajan al 200%. Además, las cifras de contagios por coronavirus parecen estar lejos de bajar.

En la última notificación de Sanitat se ha llegado a récord de ingresos con 4.777 personas hospitalizadas por coronavirus, 439 más que en el comunicado del domingo. De esta cifra de pacientes, hay un total de 604 en las unidades de cuidados intensivos debido a la gravedad.

Desde el Hospital de Sagunto corroboran la saturación sanitaria: «la situación es realmente mala. Estamos desbordados tanto en las salas de hospitalización como en la UCI», asegura la médico Zineb Karroud.

Karroud es residente de quinto año en la especializad de Medicina Interna y lleva desde el inicio de la pandemia atendiendo a los pacientes COVID que llegan diariamente al Hospital de Sagunto. Ésta no duda en revelar la verdad: «Estamos peor que en marzo, la ocupación es casi el doble». «La sanidad ya está colapsada. Trabajamos al 200% de nuestra capacidad, estamos desbordados», asegura.

EL HOSPITAL DE SAGUNTO HABILITA SU GIMNASIO PARA COVIDS

La saturación de pacientes con coronavirus es tal que ya copan gran parte de los hospitales. En el caso del Hospital de Sagunto se inició originalmente con el uso de la segunda planta, la destinada a medicina interna. Sin embargo, dicha área ya se ha quedado corta.

«También hemos ocupado la primera planta que estaba destinada a los quirúrgicos. Además, hemos habilitado el gimnasio para los pacientes COVID menos grave«, explica Karroud.

Otra preocupación es la posible falta de oxígeno que podría llegar si los casos siguen en aumento. No obstante, Karroud asegura que es una situación que todavía no se han planteado y es que de momento viven la pandemia «día a día». «La verdad es que tener doce pacientes cada médico por día no nos deja pensar más allá«, explica.

«TEMEMOS QUE VAYA A PEOR»

«Estamos muy agotados y más que físicamente es psíquicamente. Esto es una carrera que empezamos en marzo y todavía no hemos tenido ningún respiro. También hay que suplir las ausencias de los compañeros que se van de baja por COVID y el estrés en general de no infectar a nuestras familias», relata Karroud.

«Es una presión psicológica muy importante a la que estamos sometidos y la verdad es que no vemos el fin. Vemos que esto no acaba y tememos que vaya a peor y no hayamos llegado al pico de la pandemia«, concluye.