Valencia ha vivido un otoño climatológico histórico, definido por lluvias intensas y temperaturas inusualmente altas. Así lo ha indicado la Agencia Estatal de Metereología en el balance trimestral presentado hoy. Con una temperatura media de 17,6 grados, 1,3 grados por encima del promedio normal, y una precipitación acumulada de 314,3 litros por metro cuadrado, 85 % superior a lo habitual, este otoño se posiciona como uno de los más extremos de las últimas décadas en la Comunitat Valenciana.
En la provincia de Valencia, la situación fue especialmente significativa, con 310 litros por metro cuadrado, un 80 % por encima de la media provincial. Este dato convierte al trimestre en el otoño más húmedo desde el año 1989. En cuanto a las temperaturas, es el sexto otoño más cálido de la historia.
El episodio más impactante de otoño fue la DANA del 29 de octubre, que dejó un saldo catastrófico con más de 220 fallecidos y graves daños en infraestructuras de Valencia. Las lluvias torrenciales en zonas de interior provocaron violentas riadas que llegaron hasta el litoral, generando la mayor catástrofe hidrológica de las últimas décadas en España.
Se espera un invierno cálido
De cara al invierno, las previsiones climáticas apuntan a un periodo más cálido de lo habitual, en línea con la tendencia de los últimos años. Además, con los datos provisionales hasta diciembre, 2024 se perfila como el año más cálido desde que se tienen registros en la Comunitat Valenciana, con una temperatura media estimada de 16,9 grados, 1,4 grados por encima del promedio normal.
Aunque las lluvias de otoño han equilibrado el balance pluviométrico anual, su reparto fue desigual. Castellón y el interior norte de Valencia registran superávit de precipitaciones, mientras que el sur de Valencia y Alicante mantienen un déficit.
Este contexto climático deja entrever los retos que enfrentará la Comunitat Valenciana en los próximos años. Los expertos alertan de que los fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias torrenciales y los inviernos cálidos, podrían ser cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático.
Esto no solo impactará en los ecosistemas y recursos hídricos, sino también en sectores clave como la agricultura, el turismo y la infraestructura, destacando la urgencia de implementar estrategias de mitigación y adaptación para proteger tanto a las personas como al territorio.