Chernóbil, 26 de abril del 86. Un combustible recalentado deja decenas de fallecidos pero lo peor todavía estaba por llegar. El contenido radioactivo alcanzó un área de 150.000 kilómetros cuadrados. Durante años, los altos niveles de radicación provocaron la muerte de 9.000 personas y decenas de miles desarrollaron peligrosas enfermedades.
El miedo a vivir un Chernóbil valenciano se traslada a Cofrentes. Allí la central nuclear lleva en activo 37 años y las organizaciones ecologistas alertan de su peligro. Aseguran que la central está deteriorada y exigen su cierre.
La principal diferencia entre Cofrentes y Chernóbil es la una estructura de contención. La central europea no disponía de esta cúpula de hormigón clave para retener la radicación dentro de la planta. Por ello, en Cofrentes ha varios incidentes, pero no podría suceder un Chernóbil valenciano.
Además, ante una situación de emergencia, Cofrentes cuenta con el botón SCRAM. Una herramienta capaz de paralizar el reactor para evitar un incidente como el de Chernóbil.
A pesar de las medidas de seguridad, los ecologistas no están conformes. Tachan la construcción de un riesgo y vaticinan su quiebra en dos años.
Cofrentes seguirá activa hasta 2030
Por el momento la central de Cofrentes parece que tendrá una larga vida por delante. El Gobierno ha prorrogado su explotación hasta 2030. Defienden que es segura y así lo aboga un informe del Consejo de Seguridad Nuclear.
Por el contrario, la decisión no convence en Les Corts Valencianes. El Consell ha marcado unas condiciones de obra que desde la Asociación Tanquem Cofrentes señalan que no se cumplirán.
A pesar de la contrariedad, Cofrentes seguirá viva 10 años más. Sin embargo, ya no habrá opciones a futuras prórrogas. En 2035 el país dirá adiós a la energía nuclear y centrales como la valenciana pasarán a ser historia de España.