Juanfran Pérez Llorca comenzó su carrera política como militante del PPCV en 2003, cuando entró de concejal en el Ayuntamiento de Finestrat. Tras un primer mandato en la oposición, su partido conquistó la alcaldía en la siguiente convocatoria electoral. En 2015 dio un paso decisivo: se convirtió en alcalde de Finestrat. Paralelamente, ese mismo año entró como diputado provincial en la Diputación Provincial de Alicante, cargo que renovó en 2019.

De síndic del PP a candidato a la Presidencia
El 11 de noviembre de 2025, el PP valenciano designó a Pérez Llorca como su candidato a presidir la Generalitat, tras la dimisión de Carlos Mazón. El 19 de noviembre registró formalmente su candidatura en Les Corts Valencianes, confiando en lograr el respaldo de Vox, aunque admitiendo que aún no existe un pacto escrito.

El pleno de investidura ha sido convocado para hoy jueves 27 de noviembre a las 11:00. El PP, con 40 diputados, necesita el apoyo de, al menos, una parte de los 13 escaños de Vox para alcanzar la mayoría absoluta (50 votos) en primera votación — de lo contrario, se requerirá mayoría simple en una segunda votación.
Un contexto complejo: heredar la Generalitat en tiempos convulsos
Pérez Llorca llega al debate de investidura con varios retos: dar continuidad al gobierno del PP tras la salida de Mazón, convencer a Vox de respaldar su investidura, y responder a la oposición —PSPV–PSOE y Compromís— que reclama elecciones anticipadas. Ambos partidos cuestionan su cercanía a Mazón y advierten que su llegada al poder supondría una continuidad de la gestión cuestionada por la crisis de la DANA y otras polémicas.
Por su parte, la dirección nacional del Partido Popular ha dado su respaldo a la candidatura de Pérez Llorca, aunque opta por mantener una distancia simbólica: ningún alto cargo estatal asistirá al pleno de investidura, dejando la responsabilidad en el ámbito autonómico.
Qué está en juego
Si consigue reunir los apoyos suficientes, Pérez Llorca se convertirá en el octavo presidente de la Generalitat Valenciana, y en el sexto del PP, marcando el inicio de una nueva etapa.
Su éxito dependerá del equilibrio que logre mantener entre las exigencias de Vox y la necesidad de ofrecer un gobierno estable. En caso de fracasar, la Comunitat Valenciana podría quedar con un ejecutivo en funciones durante meses o incluso abocarse a unas elecciones anticipadas.











