Estos días son muchas las personas que han convertido el pasear en su nueva actividad de ocio. Con la llegada del buen tiempo, la Playa de la Malvarrosa ha pasado a ser uno de los espacios más transitados por los valencianos. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos desconocen la historia que hay detrás de su nombre.
La historia se remonta a 1856, año en el que el Cabanyal era una zona de marjal. Esto significa que estábamos ante un área pantanosa y húmeda pero de gran riqueza tanto en flora como en fauna.
En esa época, el botánico francés Jean Felix Robillard Closier colaboraba en el Jardín Botánico de Valencia. Fue él el responsable de convertir la zona de la playa en un espacio de fértiles huertos de malvarrosas. Robillard compró los terrenos con el objetivo de impulsar el cultivo de la flor a escala industrial.
El botánico dividió el terreno es tres áreas: su casa, el huerto y la fábrica de esencias y jabón. Allí utilizaban las malvarrosas para crear aceites esenciales, un trabajo pionero en España. Dicho espacio fue además el primer punto de elaboración de jabones y perfumes con sede en Valencia.
Gracias a su crecimiento, los productos alcanzaron renombre internacional. Alrededor de la finca se fueron instalando más ciudadanos hasta que la Malvarrosa se convirtió en una nueva zona de la capital.
Jean Felix Robillard Closier falleció en 1888 a los 76 años de edad y fue enterrado en el Cementerio del Cabanyal. En 2010, en honor a su figura, se dotó a una plaza con su nombre: Plaça del Botànic Robillard.