Los familiares de las tres personas desaparecidas por la devastadora riada del 29 de octubre enfrentan, entre el dolor y la indignación, el plazo legal de 90 días que les permitirá iniciar el trámite de la declaración oficial de fallecimiento. Este miércoles, 29 de enero, se cumple el período estipulado en el artículo 193 del Código Civil al hacer tres meses de la riada. A partir de entonces, los allegados podrán acudir a los juzgados para gestionar esta dolorosa formalidad.
Entre los desaparecidos continúan figurando los nombres de Francisco Ruiz, de 64 años, quien desapareció tras salvar a sus dos nietos en Montserrat; Elisabeth Gil, de 37 años, cuyo rastro se perdió en Cheste mientras viajaba con su madre (fallecida y hallada posteriormente); y José Javier Vicent, desaparecido en Pedralba mientras conducía con su hija, cuyo cuerpo fue encontrado a más de 60 kilómetros de distancia.
El dolor de lo incierto y los trámites judiciales
Según relata EFE, Saray Ruiz, hija de Francisco Ruiz, ha declarado que se presentará en los juzgados de Picassent para obtener el certificado de defunción de su padre. «Es una situación muy dolorosa, no vemos que esto acabe. Cada día perdemos más la esperanza de encontrar su cuerpo», explica, aunque no oculta su frustración por lo que considera una gestión deficiente de las autoridades.
Según relata, las búsquedas, aunque constantes, han sido extremadamente complejas. La Guardia Civil sospecha que el cuerpo de Francisco pudo ser arrastrado al río Magro, y de ahí al Júcar, lo que ha llevado a realizar operativos en localidades como Llombai, Carlet o Guadassuar. «Solo sabemos que la corriente se llevó su gorra y un zapato cerca del coche, pero no tenemos ninguna referencia más», lamenta Saray.
A pesar de la tragedia, encuentra consuelo en que sus hijos, de 5 y 10 años, lograron sobrevivir gracias al heroísmo de su abuelo. «La pequeña pregunta más, pero el niño evita el tema; cambia de conversación cuando su hermana habla de ello», comenta.
Sin embargo, Saray critica la falta de apoyo psicológico para las víctimas. «Aquí no ha llamado nadie para ofrecer ayuda. Solo nos trajeron dos cajas de Lego para los niños. Mucho se habla de atención psicológica, pero no llega a las víctimas cuando realmente la necesitan».
La lucha de los familiares de Elisabeth Gil
Ernesto Martínez, tío de Elisabeth Gil, también se enfrenta a una realidad desgarradora. La joven desapareció cuando su vehículo fue arrastrado en Cheste tras intentar regresar al trabajo en un hotel cercano al circuito de carreras. Mientras su madre fue encontrada fuera del coche, se cree que Elisabeth quedó atrapada en el vehículo.
Ernesto ha explicado a EFE que ahora trabaja en regularizar la situación de sus sobrinos, de 19 y 4 años, para que puedan acogerse a los derechos como huérfanos. «Es desesperante, no hay rastro ni del cuerpo ni del coche. Sabemos dónde desapareció gracias a un vídeo que grabó para justificar su retraso, donde se ve un tendido eléctrico», detalla.
Como otros familiares, Ernesto se ha unido a la querella presentada por la asociación SOS Desaparecidos. Buscan identificar y juzgar a los responsables de lo que consideran un desastre evitable. La demanda será presentada en febrero ante la Audiencia Nacional.
Ambos familiares coinciden en la indignación hacia las instituciones, tanto por la gestión de las riadas como por el olvido hacia las víctimas. «Esperamos que la justicia nos dé la razón, pero, si no logramos nada, seguiremos luchando para que esto no se olvide. Lo sucedido debe formar parte de la historia de Valencia», sentencia Saray Ruiz.