Sentimientos de impotencia y desesperación embargan a M.L., una vecina de Catarroja que ha sido víctima de una estafa digital. Tras perder su vivienda, su vehículo y su negocio debido a la DANA, su situación se ha complicado aún más al descubrir que le han sustraído 26.640 euros de su cuenta bancaria mediante un sofisticado fraude.
A mediados de enero, M.L. recibió una llamada de su banco advirtiéndole sobre transacciones irregulares en su cuenta. Según relata, no había autorizado ninguna de esas operaciones, así que contactó con su sucursal para aclarar la situación. Desde la entidad le recomendaron bloquear su tarjeta y solicitar una nueva, lo que en teoría debía frenar cualquier intento de fraude.
No obstante, apenas cinco días después, la historia se repitió con una nueva llamada de su banco notificándole intentos adicionales de transferencia. Pese a las precauciones tomadas, el engaño se materializó poco después cuando recibió un SMS alertando sobre movimientos financieros en su cuenta.

«HEMOS COMPARTIDO INFORMACIÓN PRIVADA CON MUCHAS INSTITUCIONES»
Sin saberlo, M.L. estaba facilitando el acceso a su cuenta bancaria a los estafadores. En cuestión de minutos, se realizaron nueve transferencias a seis cuentas diferentes, cada una de 2.960 euros, sumando un total de 26.640 euros. «Ese dinero provenía de ayudas que había recibido recientemente para reconstruir mi vida tras la DANA», lamenta.
Los fondos estaban destinados a pagar deudas con Hacienda y saldar los compromisos con los empleados de su empresa familiar, Framoval, que ha operado durante más de treinta años y que ahora se encuentra en una pausa forzada debido a los daños sufridos en sus instalaciones por la DANA.

A pesar de haber denunciado el fraude ante la Guardia Civil, la incertidumbre sobre la recuperación del dinero sigue latente. Actualmente, su familia sobrevive gracias a la pensión de su esposo y a la ayuda de allegados, residiendo temporalmente en Llíria en la casa de un familiar.
La investigación sigue en curso, y una de las principales hipótesis es que los delincuentes obtuvieron sus datos personales durante el proceso de solicitud de ayudas. «Hemos tenido que compartir nuestra información con muchas instituciones y ahora temo que alguien haya aprovechado eso para robarme», dice con indignación. «Es la única opción que me cuadra, porque sabían todos mis datos, los de mis hijos», sentencia.









