El reloj marcaba las nueve de la mañana de aquel 9 de febrero. Unos diez trabajadores de la empresa Artesanía Aitana se encontraban en el interior de esta nave industria cuando una nube de humo les obligó a salir corriendo con lo puesto. Las llamas devoraban la empresa Indukern y el caos y la confusión comenzaba a apoderarse del ambiente
José Ramón se encontraba fuera. En un principio tuvo la esperanza de que sus naves no se hubiesen visto afectadas por el fuego. Pero tres días después, cuando pudieron acceder al interior quedaron desolados.
A pesar de la desgracia y de la pronta reacción de José Ramón y sus trabajadores para atender las demandas de sus clientes, las llamas dejaban tras de sí un estela de pérdidas económicas que peligraban la estabilidad de la empresa. Pero 100 días después, todo ha caído en el olvido.
A los responsables de esta empresa, aparte de una nave industrial calcinada, les queda la resignación. Saben que si no se recomponen ellos, nadie les va a tender una mano.
100 días después de aquel devastador incendio, a las empresas afectadas solo les queda esperar una salvación. Y que, hasta el momento, parece que tarda en llegar.