Nos desplazamos a 7 kilómetros del centro de Valencia para llegar hasta Carpesa, una de las quince pedanías de la capital del Turia. Calles vacías, bajos sin comercios y falta de gente joven. Esta es la imagen que nos deja esta población valenciana que se enfrenta a un importante problema demográfico.

Carpesa experimenta a día de hoy el denominado éxodo rural sumado a un envejecimiento de la población. La gente abandona esta área de los Poblados del Norte para vivir en núcleos urbanos con mayor oferta de servicios y empleo. A esto se le suma además un problema económico y es la falta de ayudas para viviendas.

Carpesa cuenta actualmente con un consultorio médico auxiliar, una instalación deportiva y un cementerio parroquial. Unos servicios que resultan insuficientes para toda su población. En cuanto al transporte sus vecinos tienen claro que no es un problema para vivir y es que Carpesa tiene línea directa con la ciudad de Valencia.

Pero parece que la rápida comunicación entre Carpesa y Valencia no es motivo suficiente para atraer a más población. En la última década ha pasado de tener cerca de 1.300 vecinos en 2008 a contar con una población censada de 1.200 personas en 2018. Frenar esta despoblación será uno de los retos a los que deberá hacer frente el nuevo consistorio valenciano que arranca una nueva etapa en la ciudad.