El Levante ya es equipo de Segunda División. La derrota del equipo granota en el Bernabéu sentencia de forma definitiva al conjunto de Orriols a la categoría de plata del fútbol español. Tras una temporada para olvidar, el último efecto Lisci no ha sido suficiente. El equipo presidido por Quico Catalán desciende a los infiernos.

El Levante ha tenido una temporada horrible de inicio a fin. Ha tenido tres entrenadores diferentes. Arrancó Paco López, siguió Javier Pereira y por último tomó el control Alessio Lisci, que ha llegado hasta el final. Además ha cambiado la dirección deportiva a mitad de campaña. Y le ha dado el poder a Felipe Miñambres para que construya el proyecto en Segunda para el ascenso.

La goleada baja definitivamente al equipo granota ya que queda a seis puntos del Cádiz. Los gaditanos tampoco ganaron su partido ante la Real Sociedad. Pero, a falta de seis por jugar, tienen la diferencia de goles perdida. Descenso matemático y a pensar en el futuro.

El descenso supone un duro golpe, aunque rebajado por la inevitable marcha del equipo hacia el pozo. Por ello, el club debe tomar muchas decisiones. La primera el examen que el propio presidente se puso hace unos meses para final de temporada. Deben decidir si sigue al frente del Consejo de Administración o no. Luego hay que decidir si sigue Lisci al mando. Por último, reestructurar una plantilla muy cara y con pocas opciones de seguir en segunda división.