La Navidad 2024 llega con los alimentos en máximos históricos
El Mercado Central de Valencia repleto de compradores.

Confecomerç, junto a sus asociaciones de comerciantes locales, gremios sectoriales y mercados municipales de toda la provincia de Valencia, ha lanzado la campaña “A grandes males, pequeños comercios”, una ambiciosa acción de concienciación social que reivindica el papel esencial del comercio de proximidad frente a los impactos económicos, sociales y medioambientales del consumo a distancia y del crecimiento descontrolado de las grandes plataformas digitales.

La iniciativa, que cuenta con el respaldo de la Diputación de Valencia y el apoyo de la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat Valenciana, se despliega en municipios, barrios y mercados de toda la provincia con un mensaje claro y directo: cada compra es una decisión con consecuencias, y apostar por el pequeño comercio es apostar por el territorio, el empleo, la sostenibilidad y la vida en las ciudades y pueblos.

Un modelo de consumo que vacía barrios y debilita la economía local

Desde Confecomerç advierten de que el auge del comercio electrónico, especialmente el gestionado por grandes plataformas internacionales, está provocando una importante fuga de valor económico fuera del territorio. Un dinero que no revierte en los municipios, no genera empleo local ni contribuye a mejorar los servicios públicos, debilitando progresivamente el tejido productivo y comercial de proximidad.

“El comercio local no solo vende productos, sostiene ciudad”, subrayan desde la confederación, recordando que los pequeños comercios generan empleo estable, fijan población, mantienen vivas las calles y contribuyen a la seguridad, la cohesión social y la identidad de los barrios.

Impacto medioambiental: más envíos, más residuos, más emisiones

A este impacto económico se suma el impacto medioambiental del consumo a distancia. El transporte de mercancías desde miles de kilómetros, el uso masivo de embalajes de plástico y cartón y el elevado número de devoluciones —hasta tres veces superior al del comercio físico— incrementan de forma significativa la huella de carbono asociada a este modelo de compra.

Frente a ello, el comercio de proximidad reduce desplazamientos, minimiza residuos y fomenta un consumo más consciente y responsable, alineado con los valores de sostenibilidad que reclama la sociedad, especialmente las generaciones más jóvenes.

Tres grandes males que amenazan a pueblos y ciudades

La campaña identifica tres grandes males que ponen en riesgo la vitalidad de los municipios: El mal de la compra lejana, que desvía recursos económicos hacia plataformas digitales sin retorno social ni fiscal en el territorio. El mal del clic fácil, que convierte la compra en un acto automático y poco reflexivo, vaciando calles comerciales y debilitando el empleo local. El mal del consejo perdido, que supone la desaparición del trato cercano, la recomendación experta y la confianza personal que solo ofrece el comercio de proximidad.

Estos males, advierten desde Confecomerç, no solo afectan al comercio, sino al conjunto de la sociedad, al modelo de ciudad y a la calidad de vida futura.

El pequeño comercio como antídoto social

Frente a este escenario, el pequeño comercio se presenta como el mejor antídoto. Cada establecimiento abierto y cada compra realizada en el comercio local contribuyen a mantener viva la economía municipal, preservar tradiciones, impulsar productos autóctonos y artesanos y reforzar el tejido social.

Mercados municipales, tiendas especializadas, comercios de barrio y gremios profesionales ofrecen algo que ninguna plataforma puede replicar: trato humano, conocimiento del producto, cercanía y confianza. Valores que se vuelven esenciales en momentos de crisis, como se demostró durante la pandemia de la COVID-19 o episodios recientes como la DANA, cuando el comercio local fue clave para garantizar el suministro, la ayuda vecinal y la recuperación de los municipios afectados.

Mucho más que puntos de venta

Confecomerç recuerda que, a diferencia de los grandes gigantes del comercio electrónico que tributan fuera de España, los negocios locales sostienen los servicios públicos mediante el pago de impuestos, cotizaciones sociales e IRPF. Escuelas, hospitales, centros de salud, infraestructuras y servicios básicos dependen, en buena medida, de la actividad económica que generan estos comercios.

“Cada persiana que se baja no es solo un negocio que desaparece, es una pérdida de empleo, de vida urbana y de recursos para financiar lo que nos sostiene como sociedad”, señalan desde la organización.

Una campaña con mirada al futuro

La campaña “A grandes males, pequeños comercios” se apoya en material gráfico, acciones locales y mensajes personalizados para cada municipio y asociación, con especial incidencia en la campaña navideña, un periodo clave en el que se concentra una parte muy importante del consumo anual.

Desde Confecomerç insisten en que no se trata solo de comprar en Navidad, sino de adoptar un hábito de consumo responsable durante todo el año. Un consumo que piense en el impacto a largo plazo y en el modelo de ciudades y pueblos que se quiere construir.

Porque, como resume el lema de la iniciativa, lo que sostiene un territorio no está lejos, sino en cada gesto cotidiano que apuesta por «lo cercano, lo auténtico y lo nuestro».