Raquel Ibáñez en Escuela de Ciencia.

Desde 2015 la UNESCO fijó el 11 de febrero como el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el fin de promover la participación femenina. Sin embargo, en los últimos años la proporción de mujeres no ha mejorado.

En España, las mujeres que estudian carreras de ciencias solo representan  un 28%. Además, el rechazo hacia estos estudios surge desde edades muy tempranas. Sólo un 7% de las chicas de 15 años quiere dedicarse a estas profesiones. Una desigualdad que se dilata en otros países menos desarrollados.

La raíz del problema podría hallarse en la educación durante la primera etapa de la infancia de las niñas. Raquel Ibáñez, doctora en biología molecular y biotecnología, explica que esta desigualdad se debe a la carencia de refuerzos positivos por parte de los padres.

Dos alumnas trabajan en el ordenador en la Escuela de Ciencia de Valencia.

Ibáñez estudió Biología en la Universidad de Navarra. Después viajo a Sídney, donde obtuvo el doctorado en Biología Molecular y Biotecnología por la Universidad Macquarie. Al finalizar sus estudios volvió a España con una idea clara: dedicarse a la divulgación y acercar la ciencia a la sociedad. De este modo, fundó la Escuela de Ciencia en Valencia, donde trabajan “para que las nuevas generaciones sean más protagonistas de este mundo científico y tecnológico en el que viven”, cuenta Ibáñez.¿Se ha encontrado con trabas o dificultades para desarrollar su carrera profesional?

Personalmente no me he encontrado ninguna traba en mi carrera. Otra cosa distinta es cómo evolucionar. Los puestos elevados están ocupados por hombres. Venimos de un tiempo histórico masculinizado donde los hombres ocupaban estos cargos. Es la principal causa por la que las mujeres no tienen puestos relevantes en el mundo científico-tecnológico. Sin embargo, estos hombres se están jubilando y dejando espacio para las mujeres de las nuevas generaciones.

También hay que tener en cuenta el factor conciliación. Muchas mujeres no invierten el mismo tiempo que un hombre en su carrera. Entonces, la desigualdad laboral se debe, no al hecho de ser mujer, sino a los roles establecidos.

¿Cuáles son las razones por las que las mujeres no eligen carreras de ciencias?

Un gran factor se debe a que esa toma de decisión se hace cuando realmente ya lo había decidido desde su infancia. Las niñas evolucionan más rápido que los niños. Esa evolución social implica ser más conscientes del entorno. Una niña con tres o cuatro años se enfrenta a un juguete como Lego en el que tiene que construir una casa y a la niña le cuesta porque le falta desarrollar la visión espacial. El niño ya la tiene y se lleva los halagos. La niña, que es consciente del entorno, se da cuenta de que no es tan buena como él y decide escoger otras acciones que tienen repercusiones positivas, es decir, donde le dicen cosas bonitas como, por ejemplo, dibujar.

Pasan los años y ya se adquiere la lógica y capacidad visual, pero ya es demasiado tarde. Es muy difícil que con 15 años diga que le gusta construir cuando ha vivido una experiencia negativa. A lo mejor la hemos enfrentado a una situación cuando todavía no era el momento.

Dos niñas en una de las aulas de Escuela de la Ciencia.

¿Qué se puede hacer para que la mujer participe más?

Hay un montón de programas para fomentar las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas ) en niñas. En estos se les da ese refuerzo positivo y se les quita el prejuicio de “aquí no soy tan buena”. Por ejemplo, la UPV cuenta con el proyecto UP! Steam focalizado en potenciar eso. Crean aplicaciones y videojuegos. El rechazo es inconsciente. La niña no piensa “cuando yo tenía tres años esto no me gustaba”. Es una idea que se queda anclada y no se racionaliza. Cuando ven que les gusta y que se les da bien, la cosa cambia.

¿Cuál es el objetivo de la Escuela de Ciencia?

Potenciar las capacidades en toda el área lógico-matemática, la capacidad crítica y la tolerancia la frustración. No nos focalizamos en el género, pero sí que es cierto que hay más de chicos que chicas. Damos clases a partir de 6 años. De 6 a 10 años la proporción es casi del 50%. A las niñas pequeñas les encantan los experimentos de ciencia, mecánica y electricidad. Pero los que se apuntan de 10 años en adelante son mayoritariamente chicos. A esa edad han tomado esas decisiones y han preferido ir a teatro o montar a caballo.

Un alumno trabaja con tecnología robótica en Escuela de Ciencia.

¿Cómo se han adaptado las actividades a las nuevas restricciones?

Tenemos clases presenciales y cumplimos toda la normativa sanitaria que se exige. No hemos tenido ningún alumno ni profesores contagiados. También nos hemos adaptado y ofrecemos actividades online adaptadas. Tenemos muchas clases online, pero preferimos hacerlo presencial porque no solo formamos sino educamos. Un niño al que no le sale un programa de un videojuego se enfada, se frustra y abandona el ordenador. Es difícil que un profesor pueda enseñar a superar ese estado emocional. En cambio, en persona sí porque les miras a la cara y, apartados del resto, les enseñas que ese estado es normal y que lo que hay que hacer es intentarlo de nuevo hasta que lo superas.