Valencia sigue teniendo sus pedacitos de huerta, mucho más de los que quienes no viven cerca de alguno de ellos piensan. La Punta, Benimaclet, San Isidro, el límite de Benicalap con Burjassot o Campanar.
Es precisamente este último barrio valenciano el que esta semana conocemos de la mano de Héctor González. En ‘Curioseando Valencia’, el reputado periodista ha hablado de la huerta de Campanar y de sus calles que un día fueron pueblo. Estas vías mantienen su esencia histórica rodeadas de grandes avenidas como General Avilés, Maestro Rodrigo, Manuel de Falla o la propia de Cortes Valencianas.
LA HUERTA VALENCIANA EN SU EXPLENDOR POR CAMPANAR
Descubrimos Campanar empezando desde la puerta del Bioparc. Vamos entre solares, pasamos junto a la comisaría de distrito de la Policía Local de Valencia, frente al cementerio de Campanar y llegamos hasta el Camino de Benimàmet.
Desde allí podemos andar entre alcachofas, cardos, coles, algunos naranjos o lo que la temporada marque. El lugar da para un paseo rectangular de unos 30 minutos a ritmo tranquilo. Basta seguir el camino hasta que tuerce a la derecha, hacia la pedanía más poblada de Valencia.
En lugar de subir por el puente de entrada, tomamos la senda que hay abajo, de poco más de cien metros, hasta que vuelve a girar a la derecha. La seguimos recto hasta que nos obliga a girar de nuevo, siempre hacia la derecha. No hay pérdida porque vemos una panorámica perfecta de Valencia como telón de fondo.
Eso sí, igual si nos despistamos nos vemos obligados a saltar alguna acequia o simplemente a pasear por su murete. Forma parte del encanto del recorrido. Vemos pasar muy cerca los vehículos que llegan desde la pista de Ademuz hacia el Palacio de Congresos. Pero sin agobios, porque andamos por la huerta, respirándola.
CAMAPANAR Y SUS FAMOSAS FIESTAS DE FEBRERO
Desde aquí enfilamos el antiguo pueblo de Campanar, pasando por Maestro Rodrigo. De este tramo González destaca dos calles por su nombre. La primera: radiólogo Vicente Tormo Alfonso, que fue también presidente del Valencia CF. Y segunda, la calle Reina Violante, la segunda esposa de Jaume I El Conquistador.
El pueblo de Campanar está protegido como Bien de Relevancia Local y en su epicentro no se puede construir. Quien haya ido durante sus fiestas de febrero, podrá haber disfrutado del olor y del sabor de las calderas de fessols i naps que se cocinan en la calle.
Además, hay teorías sobre el nombre de Campanar. Por un lado, que si viene de la unión de las palabras valencianas «camp» y «anar»; o bien procede de la palabra «campamento».
No obstante, como no estamos en febrero, nos quedamos con la tranquilidad del lugar. Es un remanso de paz en Valencia. Si quieres salir del agobio de la ciudad y relajarte sentado en un sitio tranquilo, González elige la plaza de la Iglesia, mirando el campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia.
También podemos seguir paseando por las calles Marines, Amando Blanquer o Mosén Sorell. Andar junto al histórico casino de Campanar o entrar al Forn de Manuela, otro clásico horno de pueblo, aunque ya haga más de 120 años que Campanar dejó de serlo.
González recomienda ir al casco antiguo no solamente en Fallas, cuando mucha gente se acerca a observar l’Antiga. De hecho el antiguo pueblo está a cien metros del monumento fallero.
Para González, este barrio conserva su encanto al permanecer invisible y lo convierte en un lugar muy especial. Asegura que es como si hubieras retrocedido cien años en el tiempo o te hubieras alejado unas decenas de kilómetros de Valencia.