Convertir el Beso Visigodo en un nuevo Sant Dionís es el objetivo de Riba-roja. El Ayuntamiento y los hornos del municipio han puesto en marcha una campaña para que el Beso Visigodo tome protagonismo este San Valentín.
El Beso Visigodo es una coca hecha de harina de almendra, huevo, miel, fruta fresca y escarchada. El postre ha sido rescatado de la cultura visigoda por los hornos de Riba-roja. El objetivo es seguir promocionando este dulce para que los enamorados puedan regalar un detalle original a sus parejas.
Bajo el lema ‘Este San Valentín regala besos, pero que sean visigodos’, la campaña estará en marcha desde hoy hasta el mismo 14 de febrero. Además, como novedad, en el tradicional sorteo para la fiesta de los enamorados que se lanza a través de la radio local se sorteará el dulce.
«Con esta iniciativa lo que pretendemos es seguir promocionando el Beso Visigodo, el producto gastronómico creado a través de nuestro programa Gastroriba que fabrican nuestros hornos tradicionales. Queremos que el Beso Visigodo se convierta en el regalo de amor a nuestra pareja en el día de los enamorados, un regalo especial que tenemos en Riba-roja de Túria»,apunta la regidora de Turismo y Patrimonio, Esther Gómez.
Leyenda visigoda que da origen al dulce
Según cuenta la leyenda, cuando el Dux Tebdemir conoció a Teodora quedó totalmente prendado de ella. Sin pensárselo, no dudó en pedir inmediatamente su mano. Este matrimonio simbolizó la unión entre dos culturas que convivían en armonía en la Península. Él era un noble del mundo godo y ella una noble hispano-romana.
El día de la boda, Tebdemir hizo llamar a sus cocineros. Les pidió cocinar algo especial para agasajar a su amada y a sus invitados. Para ello, el cocinero utilizó aquello que más representaba a la novia: la deliciosa almendra. Esta fue mezclada con huevos, trigo y endulzada con fruta fresca y escarchada. En esta época, la fruta escarchada era un elemento muy preciado. Muy pocos disponían de tiempo y recursos para que, en plena maduración de la fruta, poder enmelarla y secarla para consumir en épocas venideras.
Así es como Tebdemir ordenó a sus cocineros que escondieran la fruta dentro la masa para sorprender a sus comensales. Y que, al probar el dulce, todos supieran cómo saben los dulces besos de su amada Teodora.