Tras evaluar la condición impuesta por el Consejo de Ministros del pasado 24 de junio, BBVA sigue adelante con la adquisición de Banco Sabadell. El banco ha anunciado este lunes que sigue adelante con su oferta pública de adquisición de acciones (opa) pese a que el Gobierno impedirá que ambas entidades se fusionen al menos en los próximos tres años, en el caso de que prospere la operación.
El presidente del BBVA, Carlos Torres, ha informado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que no tira la toalla. Así, Torres asegura que “el proyecto crea un enorme valor para los accionistas de ambas entidades y representa una oportunidad única para construir uno de los bancos más competitivos e innovadores de Europa.»
Desde la dirección de la entidad bancaria se apuesta por consolidar una entidad más sólida, con mayor escala y con capacidad para aumentar en 5.000 millones de euros anuales la financiación a familias y empresas, impulsando el crecimiento económico del país.

LAS CONDICIONES DEL GOBIERNO
El Gobierno ha aprobado la opa pero con importantes condiciones para poder finalizar la misma. Si la operación sale adelante, ambas entidades deberán operar de forma independiente, incluida su gestión, durante al menos tres años, con la posibilidad de extender este plazo hasta cinco. El plan original del BBVA contemplaba la integración total del Sabadell en su grupo, lo que permitiría generar sinergias valoradas en 850 millones de euros en los tres primeros años: 450 millones en tecnología, 300 millones en reducción de plantilla y 100 millones en ahorros financieros.
Sin embargo, ante la oposición inicial del Ejecutivo a una fusión completa, BBVA empezó a considerar la opción de mantener al Sabadell como filial, siguiendo el modelo que aplicó Santander con Banesto durante décadas. Esta alternativa supondría ventajas fiscales, ya que el impuesto extraordinario a la banca, de carácter progresivo, sería más gravoso si ambos bancos se integran plenamente. No obstante, mantener al Sabadell como filial dificultaría alcanzar las sinergias previstas, lo que obliga al BBVA a revisar sus cálculos y asumir que los beneficios de la operación tardarían más en materializarse.













