La fiesta de las Fallas aumentó en número debido a su popularidad en el último cuarto del siglo XIX. Gracias a la implantación del ferrocarril, la fiesta se extendió hacia el sur siguiendo la línea férrea a lugares como Xàtiva, Sueca, Gandía y Alcira, Torrent, Petrés. E incluso llegó a las otras dos provincias en Castelló, Gata de Gorgos, Onil y Oriola.
Una vez cambió de siglo, en la década de los veinte, la fiesta se convirtió en una seña de identidad del valencianismo, lo que propició que fuera imitada por localidades de las comarcas cercanas, sobre todo en l’Horta. Sagunt, Cullera, Burjassot, Manises, pero también en Gandía, Alzira, Xàtiva, Borriana o Elda.
En los años cuarenta, la fiesta tomó un nuevo impulso. En este caso, llegó a nuevas comarcas como els Serrans y sobre todo la Plana d’Utiel con su capital. La última gran expansión se dio en bastantes comarcas a partir de los setenta. La creación de las respectivas Juntas Locales Falleras.
El exilio por la Guerra Civil y la posterior emigración valenciana contribuyeron a expandir las Fallas en algunos de los países de América, destacando Argentina, México, Costa Rica o Uruguay. También la fiesta se extenderá por algunas provincias españolas gracias a la fundación de diferentes casas regionales de Valencia.