Compromís ha registrado una pregunta por escrito en el Senado para conocer las perspectivas del Gobierno de Sánchez con respecto al proyecto de la N-220. El proyecto aprobado en 2015, pero sin partida presupuestaria para ejecutarlo, tiene previsto convertir la carretera actual en una autovía de cuatro carriles (desde el ayuntamiento hasta la V-30) , dos en cada dirección, y cuyo diseño inicial supone dividir el pueblo en dos, algo que produjo desde el primer momento, el rechazo de Manises.
A pesar de las alegaciones presentadas desde la aprobación del proyecto, la respuesta del Ministerio fue el silencio, lo que desembocó en un contencioso administrativo presentado por el ayuntamiento. Hace escasos meses, el consistorio y tras un breve intercambio de posturas con el Ministerio, presentó dos proyectos alternativos que se están desarrollando para intentar que se incorporen en el proyecto inicial y así evitar lo que supondría la división completa de la ciudad.
“El proyecto que se aprobó no contó con el consenso del Ministerio y el ayuntamiento, lo que ha llevado a que se cuente con una redacción alejada de la realidad. Este tipo de proyectos deberían de planearse, desde su inicio, junto al resto de instituciones implicadas para que el impacto sobre la población sea el mínimo posible”, razona Carles Mulet, portavoz de Compromís.
Una reivindicación histórica de Manises ha sido la construcción de una pasarela que permita el paso de los peatones hacia el aeropuerto. Decenas de maniseros trabajan en sus instalaciones y cruzan a diario la N-220 con el peligro que acarrea. A pesar de contar con parada de metro, el precio del billete es elevado y ver personas cruzando es una imagen que se repite a diario. La última tragedia se produjo el pasado viernes, cuando un padre perdió la vida y su hija resultó herida de gravedad al cruzar por esta carretera.
El aeropuerto de Manises, a pesar de los beneficios que produce, al ser uno de los aeródromos más concurridos del Estado, tiene efectos negativos sobre esta ciudad. Las inversiones para mitigar los molestos ruidos son inexistentes y no se conocen políticas de AENA para revertir las carencias que sufre el aeródromo.
“El Gobierno y AENA siguen considerando al aeropuerto valenciano como un aeropuerto secundario y no han dudado estos años en ralentizar sus obras, con la excusa de la crisis y las inversiones de ampliación, mientras regaban de millones al de Madrid-Barajas. La nueva terminal sigue infrautilizada. A pesar de sus espectaculares cifras, ha registrado un 20% más de pasajeros en el primer semestre del año, lo que lo sitúa como el octavo en tráfico de pasajeros de la red Aena, el Gobierno sigue sin apostar por él, por su seguridad, accesos y comunicaciones y esto también es una forma de discriminación con la tercera metrópolis del Estado, de eliminar conexiones con el resto del mundo, desviar inversiones o de propiciar la movilidad de sus profesionales”, ha agregado el senador.