La Comunidad Valenciana abre una nueva etapa política tras la investidura de Juan Francisco Pérez Llorca como president de la Generalitat. El dirigente popular asume el cargo con el objetivo de estabilizar la legislatura, rebajar la tensión política y poner el foco en la reconstrucción tras la Dana. Toni Jiménez, delegado de ABC en la Comunidad Valenciana, subraya en Ágora que el nuevo jefe del Consell “deberá encauzar un año y medio muy convulso y difícil, en el que la prioridad será recuperar la confianza de la ciudadanía”.
Pérez Llorca abrió su mandato con un gesto claro: pedir perdón por la gestión anterior de la catástrofe. Para Jiménez, este acto marca “el inicio de una etapa de reconciliación que la sociedad reclamaba”. Además, destacó el uso mayoritario del valenciano durante su intervención: “Un detalle que anticipa resistencia a las tesis más duras de Vox en materia lingüística”, aseguró.
El nuevo president apeló al diálogo, al acuerdo y a la idea de “gobernar con espíritu de alcalde”, una referencia a su trayectoria municipalista. Jiménez considera que este tono conciliador, inusual en la actual política valenciana, supone un cambio de ritmo: “Se agradece ese intento de rebajar la crispación. Ahora la oposición también debe adaptarse a este nuevo tablero”.
Vox, socio necesario con exigencias controladas
Sobre la relación con Vox, Jiménez matiza que el partido de Abascal “buscaba más la escenificación que la imposición”. Muchas de las rebajas fiscales reclamadas ya figuraban en la agenda del anterior Consell, aunque advierte de un punto de choque claro: el valenciano. “Ahí, Pérez Llorca será más resistente”, afirmó.
Aun así, recuerda que el PP necesitará los 13 votos de Vox para aprobar cualquier medida relevante: “Lo han necesitado para la investidura y lo van a seguir necesitando hasta el final de legislatura”.

Oposición en fase de reconstrucción
Para el socialista José Muñoz, el PP “asume la mentira como forma de hacer política”, mientras Compromís, con Joan Baldoví al frente, desea un mandato “tan corto como el discurso”. Jiménez interpreta estas reacciones como “el comienzo de una oposición que debe reinventarse”, ya que el escenario político sin Mazón obliga a redefinir estrategias.











