Hace justo un año, la Comunitat Valenciana vivía días de aparente normalidad. Sin embargo, tras esa apariencia tranquila se estaba gestando una anomalía mientras las previsiones meteorológicas comenzaban a inquietar a los expertos. Lo que empezó como una alerta amarilla por lluvias acabaría convirtiéndose en una de las gotas frías más intensas de los últimos años.
21 de octubre: la primera llamada de atención
El martes 21 comenzó con cielos nubosos o cubiertos en gran parte de la provincia de Valencia y el norte de Alicante. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) activó ya una alerta amarilla por lluvias, señalando la posibilidad de precipitaciones “localmente fuertes y persistentes”.
El boletín advertía de acumulaciones de hasta 60 litros por metro cuadrado en 12 horas. Al mismo tiempo, hablaba de “inestabilidad creciente” por una baja mediterránea que se aproximaba. Era una señal clara: algo se estaba moviendo en la atmósfera, y el Mediterráneo, aún cálido, tenía todas las papeletas para convertirse en el epicentro de lo que estaba por venir.
En ese momento, la ficha clave era: el aire frío en altura se acercaba, el viento del nordeste en el litoral iba a soplar moderado, y los chubascos iban a ganar fuerza a lo largo del día. La alerta comenzaba a las 12:00 h en el litoral norte de Valencia y en el sur de la provincia. Aunque en ese instante la palabra “DANA” estaba pronunciada tímidamente, lo cierto es que los especialistas ya hablaban de un episodio que podría ir a más.
22 de octubre: de preocupación a alerta naranja
Al día siguiente, la situación escaló: AEMET elevó el nivel de riesgo a alerta naranja. Las previsiones indicaban que podrían acumularse hasta 100 litros por metro cuadrado en ciertas zonas de Valencia en las próximas horas. Las tormentas se hacían más probables, las zonas de tormenta potenciales se ampliaban. La Comunitat Valenciana entraba de lleno en un escenario de riesgo, más serio de lo habitual.
Ya se hablaba abiertamente de la palabra DANA y de su posible impacto sobre la zona oriental de la península. El viento, la humedad del mar y la inestabilidad reforzada eran ya una combinación peligrosa sobre la mesa. Las autoridades y los ciudadanos comenzaban a tomar nota: “No es un episodio ordinario”.
23 de octubre: primeras lluvias intensas, primeros daños
Apenas 24 horas después, las lluvias empezaron a dejar huella. En la Ribera Alta y la Safor, los registros se dispararon: en Alzira se acumularon hasta 210 litros/m², en Carcaixent 145 litros, de los cuales más de 125 fueron durante la noche. Los caminos rurales comenzaron a cerrarse, túneles y calles quedaron anegados, aunque, de momento, sin daños de gran magnitud.
En ese momento, la alerta ya se mantenía alta en la provincia de Valencia: la amarilla trasmutó a naranja en algunas zonas y se hablaba de intensificación del episodio. Pero lo que estaba por venir superaría todas las expectativas.
Más que la intensidad, lo más significativo del episodio de lluvias está siendo la persistencia. Son lluvias persistentes de intensidad fuerte, por momentos muy fuerte, que se prolongan ya más de 24 horas y acumulan más de 100 l/m² en localidades de la Safor y la Ribera. https://t.co/7RzHSVqQA1
— AEMET Comunitat Valenciana (@AEMET_CValencia) October 23, 2024
24 y 25 de octubre: la DANA ya asoma
Tras una breve pausa el jueves 24, los expertos de AEMET auguraron la formación de una DANA. Se explicaba que un embolsamiento de aire frío quedaría aislado de la circulación general y que ese sistema podía provocar lluvias intensas de cara al fin de semana. Se avisaba de tormentas, granizo, vientos fuertes y de un descenso notable de temperaturas.
La combinación del mar cálido y la inestabilidad generó escenarios que no se veían con frecuencia. El pronóstico, no exento de incertidumbre, ya hablaba de lluvias localmente fuertes en la mitad norte de la ciudad de Valencia, de intervalos nubosos, de chubascos… pero algo más acechaba.
En los próximos días, un embolsamiento de aire frío quedará aislado de la circulación general, dando lugar a la formación de una dana.
Se acercará a nuestro entorno, con lluvias y chubascos a partir del sábado, aunque con incertidumbre aún sobre las zonas con mayor probabilidad. pic.twitter.com/z6SIT72Dbo— AEMET (@AEMET_Esp) October 23, 2024
Se mencionaba que el domingo podría amanecer con un ambiente “algo frío”, viento de componente variable, y la posibilidad de que una DANA cruzase la península desde el viernes hasta el domingo. Era una señal: no era simplemente lluvia fuerte, era algo que requería atención y vigilancia.
⚠️#TemporalDeLevante #Dana. Precipitaciones intensas, extensas y generalizadas.
Situación meteorológica que popularmente conocemos como gota fría.
A partir de mañana se activan los primeros avisos naranja en el norte de Castellón.
Los días más adversos serán martes y miércoles.— AEMET Comunitat Valenciana (@AEMET_CValencia) October 27, 2024
28 de octubre: el aviso se hace grave
Y llegó el momento del aviso. El 28 de octubre se publicaba una alerta especial: “Advierten de la llegada de una gota fría extrema equiparable a la Pantanada de Tous (1982)”. Los modelos mostraban una DANA que podría permanecer “casi estacionaria” sobre el este peninsular, con flujo de viento de levante cargado de humedad, lo que reforzaría el episodio.
El meteorólogo Nando Gil advertía: «Lo que quiero decir, es que no hay ninguna situación igual, pero la similitud de los modelos meteorológicos y con una temperatura del Mar Mediterráneo actual más cálida nos hace pensar que algo grave puede ocurrir».
Esa fue la advertencia: se esperaba un fenómeno que “no había pasado antes” en esas condiciones, al menos no con esa combinación de factores. La palabra “histórico” empezaba a hablarse sin tapujos.
Las previsiones señalaban la posibilidad de que en la Comunitat Valenciana y Murcia se superaran los 150 mm en 24 horas, que las lluvias fuesen “persistentes” y las rachas “muy fuertes”. AEMET mantenía la alerta mientras medía la incertidumbre: “no sabemos exactamente dónde descargará más, pero sabemos que explotará en algún lugar”.
29 de octubre: el día en que todo se desbordó
06:00 h.
El día amaneció bajo una lluvia constante. Desde la madrugada, las precipitaciones no habían cesado, y el sonido de las alcantarillas rebosando era ya una banda sonora familiar en muchas calles del área metropolitana de Valencia.
09:00 h.
El tráfico se volvía imposible. Las redes sociales se llenaban de vídeos: coches atrapados, calles inundadas, autobuses desviados. En Massanassa y Catarroja ya se hablaba de “situación complicada”. Los colegios activaban protocolos de seguridad, y algunas direcciones ordenaban suspender las clases.
🔴Seguiment de l’emergència a la comarca de la Ribera Alta:
➖la circulació de @metrovalencia entre Alginet i Castelló está tallada
➖A Carlet la via està inundada
➖La A-7 tallada sentit Alacant per inundació(📹Imatges de l’A-7 al seu pas per l’Alcúdia.
Font: @avamet ) pic.twitter.com/o0iqLiO6K7— Emergències 112CV (@GVA112) October 29, 2024
10:00 h.
La DANA se hacía notar con toda su fuerza. El episodio se hizo notar con una fuerza descomunal, descargando sobre el interior de Valencia más de 120 litros por metro cuadrado en pocas horas. Por ello, decretaron Alerta nivel rojo en todo el litoral e interior norte de Valencia.
(10:00h.) Actualización #Dana:
🌧️⛈️El Centro de Coordinación de Emergencias establece:🔴 Alerta por lluvias nivel rojo en TODO EL LITORAL e INTERIOR NORTE de Valencia
🔴Se mantiene la situación 1 de Emergencia en la Ribera Alta
🟠🟡El resto de alertas se mantienen vigentes… https://t.co/iJC8Z3s5Jp pic.twitter.com/yuIyGWQ05N
— Emergències 112CV (@GVA112) October 29, 2024
El río Magro comenzaba a desbordarse, el barranco del Poyo alcanzaba niveles críticos, y la Generalitat Valenciana activaba el Nivel Rojo de emergencia. En Utiel y Requena, la lluvia era incesante: 300 litros acumulados. La UME se desplazaba a la zona.
12:00 h.
El agua ya alcanzaba viviendas y garajes. Las autoridades pedían no salir de casa. Se cerraban parques, cementerios, túneles y accesos al centro de Valencia. La ciudad parecía detenerse. En l’Alcúdia, se reportaba una persona desaparecida. En Massanassa, la lluvia se cobraba una víctima mortal.
16:00 h.
Los servicios de emergencia no daban abasto. El 112 acumulaba centenares de llamadas.
Las imágenes eran impactantes: calles convertidas en ríos, coches apilados, alcantarillas abiertas. La lluvia seguía cayendo sin descanso.
Imatges que m’envien d’Utiel! ESPECTACULAR‼️‼️ Em comenten registres ja de +200mm a la zona! Alguns models marquen que poden superar els 400mm les pròximes hores🚨 Situació crítica la veritat. @avamet @alexmegapc @SergiLoras @acam_cat @adriiibervill_ @AEMET_Esp @Vakapiupiu pic.twitter.com/a6i10ZT20C
— jordiiii🌦️ (@jordiimeteo) October 29, 2024
20:00 h.
La DANA comenzaba a desplazarse lentamente hacia el interior, dejando un rastro de destrucción. Las primeras evaluaciones hablaban de daños materiales severos y de una jornada que quedaría grabada en la memoria.
20:11 h.
Todos los teléfonos valencianos vibraron casi al mismo tiempo. La alerta de Protección Civil anunció: “Riesgo extremo por lluvias intensas. Evite desplazamientos y zonas inundables.” Durante unos segundos, el sonido agudo de las alarmas móviles rompió el rugido de la lluvia y el viento. Fue el instante en que la mayoría comprendió que aquello no era solo lluvia: la DANA estaba sobre nosotros. Las calles se vaciaron, y el temor se hizo palpable en cada rincón de la ciudad.
Un año después
Un año después, queda claro que sí sabíamos mucho, aunque quizás no todo. AEMET había alertado con antelación, los modelos ya sugerían un escenario grave, y los especialistas hablaban de un posible episodio extremo. Sin embargo, lo que vino superó muchas expectativas.
Ese aviso de “algo grave puede ocurrir” no era una frase hecha: era una advertencia fundada en modelos y condiciones reales. Y cuando el temporal golpeó, la Comunitat Valenciana estaba viviendo una nueva “gota fría”, pero esta vez con actitud de catástrofe.
El cambio climático, el mar más cálido de lo habitual, la humedad elevada, el viento intenso: todos los ingredientes dejaron claro que no era “otra más”.
Hoy, al mirar atrás, vemos que aquellas alertas en octubre fueron la secuencia meteorológica que precedió a un episodio que ya pasará a la historia. Y que aquellos días de previsión y anticipación fueron esenciales para entender qué se nos venía encima.














