Silvent: “En Catarroja convivimos con el duelo y la esperanza”
L'alcaldessa de Catarroja, Lorena Silvent, en la campa buida de vehicles de Jaume I

Hace justo un año, la vida se detuvo en Catarroja. Las lluvias torrenciales llegaron sin aviso y el agua comenzó a invadir viviendas y locales mientras las alarmas oficiales aún no se habían activado. Fue el inicio de una noche que la alcaldesa, Lorena Silvent, recuerda como “de incertidumbre, miedo y devastación”.

“Aquí no llovía, no había alerta, y de repente el agua lo arrasó todo. Suspendimos los colegios a tiempo, pero el resto de edificios estaban abiertos y se convirtieron en refugios improvisados”, recuerda emocionada.

Aquel episodio dejó 25 víctimas mortales en el municipio y marcó un antes y un después para miles de vecinos. Un año después, la recuperación avanza, pero la alcaldesa reconoce que la normalidad sigue entre comillas.

“Seguimos con ascensores sin funcionar, garajes inoperativos y obras que ni siquiera han comenzado. Cada paso es lento, pero seguimos trabajando con la mirada puesta en el futuro.”

“También somos damnificados, pero no podemos rendirnos”

Silvent subraya el papel de los ayuntamientos durante esta crisis. “Somos la administración más cercana y quienes lideramos la reconstrucción, pero necesitamos que se nos escuche y que la normativa sea más flexible”, reivindica.

La alcaldesa explica que, sin más recursos técnicos y humanos, es imposible afrontar una emergencia de esta magnitud. “No podemos parar la vida del municipio, pero tampoco podemos hacerlo todo con la misma estructura de antes. Necesitamos medidas extraordinarias para una situación extraordinaria”, insiste.

Miembros del Ejército de Tierra trabajan en el archivo del Ayuntamiento de Catarroja. EFE/Jorge Zapata

Pese al dolor, la alcaldesa destaca cómo la solidaridad ha unido más que nunca a los vecinos. “Más que un duelo individual, vivimos un duelo colectivo. Nos hemos apoyado unos a otros, desde la Navidad hasta las fiestas patronales, que se convirtieron en un símbolo de esperanza.”

Ese espíritu se refleja también en el mural de bienvenida al municipio, donde puede leerse “Orgull de poble”.

“Ese orgullo es el que queremos mantener. La ayuda que recibimos fue desbordante y nos dio fuerza para seguir”.

Entre la reconstrucción física y la recuperación emocional

La alcaldesa explica que la recuperación va mucho más allá de las obras: “Hay una parte emocional que aún se está sanando”. Desde el Ayuntamiento se trabaja con equipos de servicios sociales, psicólogos y voluntarios para acompañar a las personas más afectadas.

Al mismo tiempo, Catarroja ha iniciado un ambicioso plan de modernización y prevención con la Universidad Politécnica de València: instalación de megafonía de aviso, sensores inteligentes en el barranco y túneles, cámaras de vigilancia y formación en autoprotección.

Por su parte, el tejido comercial, muy castigado por las inundaciones, también resurge. “Muchos comerciantes aprovecharon para reformar sus locales y volver más fuertes. Hemos destinado 500.000 euros en ayudas directas y visitamos semanalmente los negocios para escuchar sus necesidades”, explica Silvent, que subraya que la recuperación económica “va de la mano del espíritu de superación del pueblo”.

“Esto es un duelo compartido, pero también una oportunidad”

Para la alcaldesa, el mensaje hoy es claro: “No estamos solos. Hay que mirar al futuro con esperanza.”

«Queremos una Catarroja más resiliente, más sostenible y más solidaria»

Silvent mira hacia adelante con la determinación de convertir la tragedia en un punto de inflexión. «Lo que vivimos nos obliga a planificar mejor nuestras ciudades y a cuidarnos entre todos».

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