
Encontrar un hogar de alquiler en Mislata se ha convertido en una auténtica carrera de obstáculos. Según los últimos datos publicados por un conocido portal inmobiliario, este municipio del área metropolitana de València registra una media de 75 familias compitiendo por cada vivienda disponible, lo que lo sitúa como el mercado más tensionado de toda la Comunitat Valenciana.
Una demanda desbordada en Mislata
“La cercanía a València capital, su buena conexión por transporte público y el dinamismo del municipio convierten a Mislata en un lugar atractivo para residir”, explica Cristina Latorre, agente inmobiliaria de Alfa Mislata. Sin embargo, la oferta de pisos en alquiler es muy reducida, lo que genera una presión creciente sobre cada anuncio que aparece en el mercado.
Mislata, con 46.000 habitantes en apenas 2 kilómetros cuadrados, alcanza una densidad de población de 22.000 personas por kilómetro cuadrado, una de las más altas de España. Esa concentración, unida a la limitada disponibilidad de suelo, hace que “haya mucha demanda y muy poca oferta”.
Un perfil joven y familiar
El grueso de la demanda lo conforman parejas jóvenes que buscan independizarse, familias con hijos que necesitan mudarse y también un creciente número de solicitantes del mercado extranjero, especialmente llegados de Ucrania o Venezuela.
Con una oferta tan escasa, los propietarios que permanecen en el mercado pueden elegir entre decenas de candidatos, priorizando en los perfiles con mayor estabilidad económica y menor riesgo de impago.
La presión se refleja también en la velocidad de reacción de los demandantes: “Los inquilinos tienen las alertas de la inmobiliaria activadas en los móviles. Empiezan a llamar o enviar correos electrónicos para concertar una visita. Pero si la vivienda se la queda la primera persona que acude, quedan 200 clientes que no se pueden atender porque no hay oferta suficiente”, relata la agente.

El comercio local de Mislata, amenazado
Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Mislata llevará al próximo pleno municipal una moratoria temporal que suspenderá las licencias para transformar locales comerciales en viviendas de uso turístico, con el objetivo de frenar una tendencia que amenaza el comercio de proximidad, tensiona aún más el acceso a la vivienda y compromete la convivencia vecinal.
Desde el consistorio señalan que muchos de estos bajos reconvertidos no cumplen con las condiciones mínimas de habitabilidad, y su explotación como alojamientos vacacionales genera conflictos entre vecinos. El alcalde, Carlos F. Bielsa, ha defendido la medida subrayando que “no vamos a permitir que la especulación y la presión del alquiler turístico encarezcan aún más el acceso a la vivienda para nuestras familias y jóvenes. No vamos a ser la ciudad dormitorio de València”.
¿Cuál podría ser la solución?
El problema de Mislata no solo es inmobiliario, sino también urbanístico. “El municipio está muy acotado por el río Turia, el parque de cabecera y la ciudad de València”, recuerda Cristina Latorre. Estas barreras naturales y urbanas limitan enormemente la expansión.
En cuanto a posibles medidas, la profesional apunta: “La solución pasa por la liberalización de suelo y el aumento del parque disponible, pero en Mislata es muy complicado ahora mismo”.











