Valencia entre el barro y la esperanza: el arduo camino hacia la reconstrucción tras la DANA
Mensaje contra el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en la fachada de un edificio de Massanassa. / KAI FÖRSTERLING (EFE)

Han pasado tres semanas desde que la DANA golpease Valencia con una fuerza destructiva, dejando cicatrices profundas en la región. A pesar de que la tormenta ya es parte de la historia, las secuelas siguen siendo evidentes, especialmente en localidades como Massanassa, una de las zonas más afectadas.

En este pueblo, lo que antes eran calles transitadas y llenas de vida se han convertido en escenarios de destrucción, trabajo arduo y esfuerzo colectivo. Además, el saldo humano de esta catástrofe natural es trágico. En Massanassa seis personas han perdido la vida debido a las inundaciones repentinas, un hecho que marcó profundamente a los vecinos.

Los testimonios reflejan el impacto emocional y la sensación de abandono: «Nadie nos avisó. Nadie sabía nada», lamentan los residentes. En términos materiales, las pérdidas son casi totales para muchas familias. Las viviendas están destrozadas, los garajes aún acumulan agua y fango, y las infraestructuras básicas permanecen inservibles.

Los vecinos denuncian que la zona cero «es un foco de infecciones peligrosísimo»

La respuesta inmediata ha dependido en gran parte de voluntarios que, desde los primeros días, acudieron para limpiar calles, retirar barro y apoyar a las familias afectadas. Aunque esta ayuda ha sido vital, no es suficiente.

Los vecinos denuncian la lentitud de las ayudas prometidas por el Gobierno, así como problemas con las indemnizaciones de seguros. Algunos critican la falta de coordinación y la insuficiencia de recursos desplegados. «Hace falta el ejército. Esto es un foco de infecciones peligrosísimo«, comentan, señalando la acumulación de barro y residuos en las calles y edificios.

Pese a los pequeños avances logrados, como el desalojo de vehículos y la limpieza parcial de algunas calles, la recuperación será lenta y exigirá esfuerzos prolongados. Massanassa, como otras localidades afectadas, necesita una intervención más robusta para reparar las infraestructuras dañadas y garantizar la seguridad de sus habitantes. Los garajes de dos plantas, aún llenos de agua y barro, representan una amenaza para la salud pública y la estabilidad estructural de los edificios.

Varios militares colaboran con vecinos y voluntarios en la retirada de vehículos en la localidad de Catarroja. / ANA ESCOBAR (EFE)

En medio del caos, la solidaridad sigue brillando. Voluntarios, tanto locales como de otras partes de España, no cesan en su empeño por ayudar. Sin embargo, con el regreso de muchos a sus trabajos y estudios, los recursos humanos se han reducido, complicando aún más la situación. «Hace falta muchísima más ayuda», insisten quienes siguen al pie del cañón.

El futuro de una región golpeada por la DANA

La normalidad parece lejana para miles de valencianos que sueñan con recuperar sus hogares y sus vidas. El impacto de la DANA no solo ha dejado destrucción física, sino también emocional, con una población que siente que las autoridades podrían hacer más.

La experiencia pone de manifiesto la importancia de la preparación para eventos climáticos extremos y la necesidad de respuestas rápidas y coordinadas para mitigar sus efectos. Mientras tanto, los habitantes siguen luchando por superar una de las peores catástrofes que ha vivido la región en los últimos años.