Sacar las emociones es fundamental para superar la catastrofé
Varias personas descansan junto a los vehículos apilados en Catarroja. / ANA ESCOBAR (EFE)

Ami Bondía, periodista y testigo de los esfuerzos de voluntarios y residentes, describe el desafío emocional de enfrentarse a la catástrofe y la importancia de equilibrar el esfuerzo con el autocuidado. Según cuenta, en un momento de emergencia es común distanciarse de las emociones para mantener la fortaleza, pero tras semanas de trabajo, el cansancio emocional se hace evidente y requiere atención.

Para Bondía, una parte esencial del proceso de recuperación es el espacio para procesar las emociones que todos, en mayor o menor medida, guardan para “tirar hacia adelante”. Ella subraya la importancia de desahogarse y expresar aquello que cada persona carga. «Es el momento de expresar las emociones. Si no, el ‘barro del alma’ se acumula y eso genera muchos problemas», dice Bondía, quien señala que los momentos de desconexión son fundamentales para “poner en orden las emociones”.

Bondía también recomienda un enfoque práctico: concentrarse en lo que está bajo control y ayudar en aquello que esté al alcance. «Hay que diferenciar entre lo que podemos controlar y lo que no. Eso nos ayuda a evitar sentir que lo que hacemos nunca es suficiente». Explica que, en la reconstrucción de la vida cotidiana, las metas a corto y medio plazo son fundamentales para restablecer la normalidad. “Es un proceso lento y requiere paciencia. Levantarse de la tragedia no se consigue de la noche a la mañana”.

LA FUERZA DE LA JUVENTUD Y LA ESPERANZA EN LA HUMANIDAD

Uno de los aspectos que Bondía destaca con especial emoción es el papel de los jóvenes en esta situación. Al ver cómo estos se implican hasta el fondo, dice, “te das cuenta de la fuerza interior que tienen”, y añade que esta experiencia puede unir generaciones. Para la experta, estos jóvenes, “una generación de cristal irrompible”, ofrecen esperanza y enseñanzas valiosas para toda la sociedad.

Ami resalta también la solidaridad y el esfuerzo colectivo que ha surgido de la catástrofe, destacando cómo personas de distintos lugares del mundo han llegado a Valencia para ayudar. “En estos momentos límite se olvida la tecnología, las diferencias culturales y las prisas. Es la empatía del ser humano lo que nos saca adelante. Esto te hace ver que no se pierde la esperanza en la humanidad”.