La carne cultivada en laboratorio tiene la misma apariencia pero no procede de un animal, los científicos lo definen como carne sintética. Podría ser una alternativa con bajo impacto en el medio ambiente.
La carne artificial se produce a partir de células madre musculares extraídas de animales. Se obtienen a menudo mediante la biopsia de un animal vivo o recién sacrificado, o extrayendo células de un óvulo fecundado. Las ponen en un medio de cultivo, consiguen que se multipliquen las células en un laboratorio. A esto, añaden nutrientes y elementos como suero fetal bovino, vitaminas, aminoácidos y grasa. Estas células musculares en su medio de cultivo se colocan en un disco de crecimiento para que tomen la forma deseada.
Cada año sacrifican 70.000 millones de animales en todo el mundo, muchos de ellos viven hacinados en estrechas jaulas. Además, el impacto medioambiental de alimentar a todos esos animales es muy elevado. Por otra parte, los desechos agrícolas y ganaderos contaminan las aguas superficiales y subterráneas. Suponen un 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Los detractores subrayan que la carne cultivada tiene una huella de carbono cinco veces superior a la del pollo. A esto hay que sumar el elevado coste económico de producción y las objeciones éticas que genera esta practica.