Los recursos naturales de Navajas son su principal fuente de riqueza. Sus paisajes, su cascada y sus rutas atraen todo tipo de turismo puesto que las condiciones son óptimas para disfrutar del tiempo libre.
La localidad castellonense cuenta con una de las cascadas más impresionantes que podemos encontrar en la Comunitat Valenciana: el Salto de la Novia.
CÓMO LLEGAR AL SALTO DE LA NOVIA
Hay dos maneras de llegar a la cascada. Por una parte, mediante la conocida Ruta de las Fuentes. Esta ruta nos llevará por diversas fuentes de la localidad, como son: la Fuente de los Baños, la de la Gilda, la de Bañola y la del Lugar, para finalizar en la famosa cascada.
O, por otra parte, haciendo una pequeña ruta directa. Si se decide ir únicamente al Salto de la Novia, se debe de acceder desde la calle Bajada de las Fuentes, donde se encuentra un punto de información turística.
ASÍ ES LA CASCADA
El Salto de la Novia es una cascada de 60 metros de altura. También conocida como la cascada del Brazal y situada en el Alto Palancia, vierte sus aguas en un bello paraje formado por montañas, cauce y el verde de la naturaleza.
En época de lluvias, el aumento del caudal permite que el salto del agua vaya cargado con más litros generando así más volumen, más ruido y haciéndola mucho más espectacular.
Enfrente de la cascada se divisa el monte Rascaña y en su interior la enigmática Cueva del Reloj. Esta cueva debe su nombre a la puntiaguda piedra que hay en su puerta. Antiguamente, cuando los rayos del sol se proyectaban en ella los agricultores podían saber qué hora era.
Como medida de conservación, los meses de julio, agosto y septiembre, la visita a esta cascada cuesta 2€ por persona (excepto menores de 10 años).
LA LEYENDA DEL SALTO DE LA NOVIA
Simulando el velo de una novia, la cascada oculta una trágica historia en su pasado. Hace muchos años, cuando dos novios iban a contraer matrimonio tenían que someterse a una ceremonia para demostrar que se querían. La pareja acudía a la zona más estrecha del río y la novia debía cruzarlo de un salto. Si lo conseguía era símbolo de felicidad para el futuro matrimonio. En cambio, si no lo lograba, el matrimonio se consideraba irrealizable.
Durante muchos años esta tradición causó terror entre muchas novias, pero un día, dos novios terminaron con esta costumbre. Cuando la novia saltó, cayó al río viéndose envuelta en un potente remolino; al verlo, el novio saltó al agua para salvarla, pero por más esfuerzos que hizo no lo logró. Instantes después aparecieron ambos sin vida.
Después de este suceso la tradición no se volvió a realizar. Ahora, en noche de luna llena, el río parece entonar un canto dulce en su memoria.