«Perdona porque en algún momento no te he abierto los ojos y te he hecho aferrarte a la esperanza», afirma Joaquín Amills, portavoz de Beatriz, la madre de la niñas desaparecidas. «Creo que la esperanza es lo que a las familias de desaparecidos les mantiene vivas. El caso de Olivia y Anna va a marcar un antes y un después. Ojalá que así sea, será el mejor homenaje que podamos darle no ya desde la sociedad sino de todo el mundo. Hay pocas palabras. Esperemos que se pueda cerrar este círculo. Que se identifique a Olivia, que se encuentre a Anna, a este individuo que me cuesta pronunciar el nombre. Que se cierre el círculo».
Aunque los investigadores y los expertos no contemplaban otro desenlace, guardaron un discreto silencio para no desalentar y sumar dolor a la madre de las niñas. Beatriz se aferró a la posibilidad de que las pequeñas siguieran vivas junto a su padre en algún lugar. Mostró hasta ayer mismo, hasta el último instante un inmenso coraje. Beatriz se agarró a la esperanza hasta el último momento.
El portavoz también ha confesado que Beatriz, que le había aguantado infidelidades, una relación paralela y que ya no pudo más y dijo basta nunca pensó que el odio llegara a tal extremo. Se separó de Tomás estando embarazada de Anna. Y logró rehacer su vida. Algo por lo que Tomás le hizo pagar. No era tan extraño ese deseo de Beatriz de que todas las pistas, o la aparición de la bombona fueran un teatro. Ahora solo quiere que Anna y Tomás también aparezcan y cerrar un círculo que dolerá de por vida.